pinceladas de educación que embellecen la ciudad

Olga Sinclair

Autor: Daniela Truzman
Foto: Luis Cantillo

La sonrisa de Olga Sinclair es quizás una de las mejores embajadoras de Panamá en el mundo. La artista plástica, quien logró su primera exposición en solitario a los 14 años y cuya obra ha sido exhibida en importantes ciudades del mundo, obtuvo, en el año 2014 el Récord Guinnes por haber puesto a colorear a más de cinco mil 84 niños simultáneamente. Una carrera profesional impresionante para una estudiante de San Miguelito quien, además, ha vivido en tres continentes y habla cinco idiomas. Lo dice con humildad, pero con la certeza de que fueron los valores que recibió en casa los que la hicieron una ciudadana de primera clase. El arte y la educación son sus grandes pasiones y a través de su fundación ha encontrado la manera de unirlas para cambiar la vida de cientos de infantes.

¿Cómo influye el arte en la construcción de la ciudadanía?

Me gusta la frase del cantante y compositor francés Charles Aznavour, quien decía que “la función del artista en la sociedad es ser un farmaceuta de las almas”. Los artistas nos hemos convertido en los voceros que llevamos esa alegría, tristeza o rabia dentro del corazón del público y lo transformamos en una realidad plástica a través de nuestra obra.
Yo creo que con el arte podemos lograr una sociedad más estable, equitativa, de avanzada y educada, sobre todo, porque cuando no la educas, al pueblo: pan y circo. Por eso para mí era una necesidad hacer una fundación y compartir mis conocimientos. Con ella lo que queremos es que los niños sientan que se pueden emocionar a través del arte; ya sea una pintura, una ópera, una frase o un verso de poesía. ¡Hemos olvidado la poesía!, hemos olvidado lo romántico y lo que hace que tu corazón se eleve a un nivel de “goce estético”, como decía Ortega y Gasset. Ese goce que el ser humano trae intrínsecamente en su corazón pero que al no ser activado desciende y en consecuencia vive con códigos demasiados bajos y vulgares.

¿De qué forma considera que se puede mejorar la ciudad?

Todo se basa en la educación. Si el Estado invierte en programas de educación, creo que se podrían resolver las necesidades que tenemos como la falta de valores cívicos y morales como la cortesía, transparencia, honorabilidad, honradez. No estamos invirtiendo en las cosas que tienen valor para los niños de nuestra sociedad. Si no salvamos a la niñez tendremos, en el futuro, que castigar al hombre.

Como artista, ¿qué cree que le hace falta a la ciudad?

Más parques y fuentes, que vengas en el tráfico pero veas una escultura urbana, gigante, con color y de repente en la siguiente cuadra una fuente majestuosa como cuando vas por Madrid y ves la Cibeles. Panamá necesita más verdor. Me gusta mucho la Cinta Costera, ojalá se pudiera extender hasta Chorrera y que todo el mundo pueda convivir al lado del mar, con lugares donde los niños puedan divertirse sanamente al aire libre.

¿Cómo es la Panamá que sueña?

Una ciudad silenciosa, como las grandes ciudades europeas. Nadie toca el claxon, y todas las personas que van en sus coches dejan pasar a los peatones que van por las líneas de seguridad. Yo soñaría con ver en Panamá a una Holanda tropicalizada. Tiene cuatro veces más habitantes que la ciudad de Panamá en la mitad de su territorio y casi no hay accidentes. Allí se usan otros medios de transporte que, si pudiéramos aplicar en Panamá… ¡seríamos la Singapur de América! Yo viví en Asia por cinco años y lo vi pasar de ser la cola de Asia al país número uno, porque había orden, disciplina y castigo a quien incumpliera las leyes. Eso es lo que nos hace falta.
También sueño con que los niños de Panamá tengan padres comprometidos como los míos para que comencemos con la educación desde el hogar, que es lo más importante, para luego puedan decidir qué quieren hacer con sus vidas. Como decía el poema de Invictus: “tú eres el dueño de tu destino y capitán de tu alma”.