Música con propósito

Erika Ender

Autor: Daniela Truzman
Foto: Luis Cantillo

La reconocida cantautora panameña es la persona más joven en ingresar al Salón de la Fama de los Compositores Latinos. Ender vive para la música y su patria, por lo que ha sabido usar su influencia y trayectoria para impulsar grandes proyectos a través de su fundación Puertas Abiertas. Uno de ellos es Talenpro (Talento con Propósito), iniciativa para jóvenes de entre 16 y 18 años de edad que fusiona responsabilidad social, educación, cultura, valores y entretenimiento. A través de sus ojos, el Istmo es una fuente inagotable de talento para regalar al mundo y para eso trabaja con el corazón de la mano de un país que la respalda y respeta.

Vienes de una familia multicultural. ¿De qué forma influyó esa diversidad en la forma como concibes ser ciudadana?

Siempre he dicho que soy ciudadana del mundo porque mis padres me enseñaron a verlo con ojos amplios y de humildad. También porque te das cuenta de que es la misma lengua que habla otro idioma y el mismo cuerpo que baila a otro ritmo. Mis papás siempre me enseñaron que para saber dónde uno iba había que saber de dónde uno venía. Mi papá es lo más nacionalista del mundo, ama su país y yo empecé mi carrera a cantar las tamboreras impulsada por él. Además, estaba toda la parte de mi mamá; en Brasil era donde pasamos las vacaciones y también tuvimos esa cultura en casa. A mi hermana y a mí, mi mamá nos dijo: “Siempre sean luz en la casa antes de ser luz en la calle”. Para mí esta es mi casa, por eso no importa cuántas vueltas dé, yo vuelvo aquí a traer luz. Y de aquí pa’ fuera.

¿Cómo es tu relación con la ciudad de Panamá?

Yo creo que la nostalgia la hace la gente, las costumbres y la hacen, obviamente, los recuerdos. Piensa que uno vive en determinado lugar, en determinada época de la vida y yo he sido muy feliz aquí, tuve una infancia, una adolescencia y un principio de carrera muy feliz. No puedo decir que todo ha sido fácil, porque siempre me he tenido que esforzar mucho, pero yo tuve un hogar muy feliz aquí en Panamá. No soy apegada. Es algo extraño porque soy fiel pero desprendida. Soy un tipo de persona que ama profundamente pero deja ser. Extraño las cosas buenas que tiene mi país por ser mi casa, pero aun así voy y vuelvo al mundo. Es cómo ir por ahí y vivir en donde sea y siempre volver a la casa de mamá y papá. Estudié mucho de mi historia y de mi cultura. Al principio de mi carrera sobre todo, yo cargaba encima las molas, las chaquiras de los indios, lo hacía no solo porque me sentía orgullosa de lo que era, sino porque quería que la gente conociera a mi país. Yo siempre he querido enseñar a través de mi trabajo y de mis aptitudes y de mis acciones que en Panamá se hacen las cosas bien, porque donde yo me pare soy Panamá también.

¿Cómo descubriste tu pasión por ayudar a la juventud a explorar sus talentos?

Yo creo que más que eso yo siempre digo que si un día dejo de cantar o dejo de escribir no voy a dejar de servir pero eso fue por crédito de mis padres, mis padres son dos personas altamente espirituales y comprometidas con su profesión. Siempre dije que yo lo que quería hacer era prevenir, porque creo mucho en lo que dice Pitágoras: “Educad a los niños y no tendréis que castigar a los hombres”.
En el 2009 perdí el útero y perdí la oportunidad de ser mamá. En ese momento ya yo venía abriendo la fundación, entonces me lo tomé doblemente a pecho. Si no voy a ser mamá de uno voy a ser madrina de muchos. Eso es lo que pasó. Por eso estamos haciendo esto.

Para ti, ¿a qué suena la ciudad?

Depende del día, Panamá creo que mayormente suena a su gente que es alegría. Suena a hospitalidad, a diversidad, porque aquí somos un crisol de razas. Panamá tiene demasiadas maravillas y creo que nosotros mismos deberíamos darles más valor.

¿Cómo es la ciudad de Panamá que sueñas?

Una ciudad limpia, donde no haya niños trabajando en la calle ni personas sin hogar, ni ningún tipo de animales deambulando por allí con sus vidas peligrando. Donde seamos personas amables y pacientes. Donde tengamos mejores calles, formas de tránsito y comunicación, donde tengamos igualdad de oportunidades. Y en la que estemos orgullosos de dónde venimos.