La búsqueda por entender nuestras narrativas

Abner Benaim

Autor: Daniela Truzman
Foto: Javier Sucre

El director de cine panameño se sumerge en las realidades locales para contar sus historias. Es el responsable, entre muchas cosas, de producciones emblemáticas como Chance (2009) y los documentales: Empleadas y Patrones (2010), Invasión (2014) y Yo no me llamo Rubén Blades (2018). También formó parte de Historias del Canal (2014) y actualmente se encuentra dirigiendo Plaza Catedral, su primera pieza de suspenso que se estrenará en 2020. Como artista plástico, fue parte de la Bienal de Arte de Panamá en 1996 y 2008, la Bienal de Arte del Istmo Centroamericano (2004), y varias exhibiciones colectivas en la capital istmeña. En 2007 editó, junto a Gustavo Araujo, Panamix, un libro con fotografías documentales que recogió cientos de paisajes humanos de la cotidianidad panameña. En el año 2019 se estrenó como autor infantil con Linda y Guapo, un cuento que narra la historia de una pareja que se enamoró en un lugar donde nunca hubo espejos.

Al ver tu trabajo en retrospectiva, da la impresión de que tienes la urgencia de contar historias relacionas con temas sociales, ¿es así?

La urgencia no viene de mí, sino del material en sí mismo que grita “aquí estoy y nadie está hablando de mí”. Son temas que me son obvios, pues veo las cosas desde cierto punto de vista y no quiero a acostumbrarme a algunas realidades con la cuales convivimos en Panamá. Son situaciones y condiciones sociales que hay que ver, que se podrían arreglar. A mí me gustan mucho los temas que aparentan ser obvios y sencillos pero que a la vez tienen un componente muy fuerte de tabú, de silencios, y que por alguna razón no se hablan. No es un plan de mi parte, es que al llegar a Panamá, abrir los ojos y ver lo que está pasando, los temas saltan encima ti.

En el documental Invasión abordaste el tema de la amnesia colectiva. ¿Por qué la memoria histórica es tan importante para el desarrollo de la sociedad panameña?

Creo que es un valor. Así como individualmente cada quien debe tratar de conocerse a sí mismo y saber qué es lo que lo mueve, también debemos hacerlo como país. No es una cuestión nacionalista, no creo en el nacionalismo en el sentido de bandera-escudo, eso no es importante para mí, lo importante es qué tiene por dentro de la gente, qué valores nos mueven. Conocer la historia te permite aclarar cuál es la narrativa que mueve hacia adelante a este cierto grupo de gente, entender de dónde venimos, con la esperanza de que ese dónde venimos nos dé a pensar a dónde debemos ir y para dónde vamos.

¿Cuál fue tu conclusión, descubriste qué nos mueve como sociedad?

A mí no me gusta llegar a conclusiones, porque cualquier persona que hace enunciados, o que pretende conocer la verdad, ya sea de un individuo o país, está tomando el riesgo de estar inventando. Todavía es difícil saber. A mí me parece que es muy importante la búsqueda, no necesariamente para llegar a una definición clara. Puede haber múlti-ples definiciones de una sociedad y van cambiando con el tiempo. Es algo muy dinámico. A mí lo que me parece importante es estar consciente de estos temas.

Has demostrado que las producciones locales pueden tener el apoyo masivo del público ¿Qué tanto ha influido en tu éxito en cartelera la intención de “apoyar al talento del patio”?

Pienso que la gente siente curiosidad por lo local, pero esa no es la manera en la que yo consigo público. Obviamente hay una afinidad con los lugares que son tuyos y con la forma de hablar. Entonces, claro que van a estar atraídos a temáticas propias, pero no puedes pensar que porque simplemente eres de ahí te va a ir bien. Hay que tratar de hacer el mejor trabajo que puedas para competir con películas que son muy buenas y que van a estar en la sala de al lado. Siempre he estado en desacuerdo con la frase: “está bueno para ser de Panamá”, me parece como doble insulto: al producto y al país.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Una más consciente de su belleza natural, que para mí está está en el verdor y en el mar. Que sea un lugar en donde a la gente le importa la gente. Que mantenga una escala como la que ha tenido la mayor parte de mi vida, que es en un sitio que todavía tiene ese ambiente que por un lado es ciudad, pero que todavía tiene ese ambiente de pueblo. Lo digo como algo positivo, en el sentido de que la gente se conoce y a la gente le importa el otro. Eso se está perdiendo un poco y es un valor que es importante cuidar.