Ícono de lucha femenina

Miroslava Morales

Autor: Corina Briceño
Foto: Eduardo Molino

Su figura y su cabello afro no pasan desapercibidos. Son característicos de la mujer del Caribe, con sangre de Panamá y Colombia en las venas. De tez morena, esbelta y risueña. Miroslava Morales no olvida de dónde viene. Se ha forjado un camino propio con talento y determinación. En 10 años de carrera artística rechazó prejuicios y etiquetas. Nació en San Miguelito. Estudió comunicación social y publicidad, pero desde temprano sintió amor por el canto. Ha participado en grandes producciones como La Esclava Blanca y La Reina del Flow y en la pantalla grande en Sin Pepitas en la Lengua, Más que Hermanos y Causa Justa.

Bailar, cantar o actuar ¿Qué es lo que más disfrutas cuando estás sobre el escenario?

Empecé a expresarme artísticamente con el canto, aunque mi carrera inició como actriz de televisión, cine y teatro. Pero si hay algo que me mueve es la danza contemporánea, la descubrí cuando fui a Buenos Aires a estudiar actuación y comedia musical. Me gusta mucho, aunque no tengo técnica, soy una bailarina frustrada. Creo que un artista completo debería danzar, cantar y actuar. Yo me considero una artista completa y procuro mantenerme actualizada todo el tiempo, hay que pulir esas virtudes. Todos los días se aprende algo nuevo.

¿Hace falta más oferta cultural en Panamá?

En Panamá hay muchas cosas que hacer y cada vez hay más producciones locales, pero nuestra oferta cultural sigue siendo escasa. Nos hace falta apoyo de parte del gobierno y la empresa privada, gente que quiera apostar por los artistas, que invierta, que crea en nosotros. Sobre todo en este país de tránsito, hay que darle opciones a los extranjeros, a las personas que nos visitan. En otros países la cartelera cultural es grandísima, no solo en la ciudad capital. Necesitamos un aporte cultural más grande. Hay veces que a los gobiernos no les conviene, pues prefieren tener un pueblo ignorante.

¿Cuáles han sido los obstáculos que has tenido que enfrentar como mujer en tu carrera artística?

Tengo tres estigmas: soy mujer, negra y de clase media baja. Esas tres marcas han hecho que todo sea mucho más difícil. La realidad es que la sociedad y el sistema te oprimen e impiden que cumplas tus sueños. Yo tuve que enseñarles a todos quién era Miroslava. Cuando decidí dejar el alisado y dejar mi cabello en su estado natural tuve que aguantar siete años de acoso, recibía comentarios negativos todos los días. “Quítate esa peluca de la cabeza”, “¿Qué es ese estropajo?”. Ni siquiera mi familia me apoyó. Tuve que tomármelo con soda, enfrentar a la gente con argumentos y de esa manera hacerme más fuerte. La primera vez que viajé a España me paraban en la calle, querían tomarse fotos conmigo, entonces pensé que no era yo la que estaba mal, era Panamá. ¿Cómo puede ser racista un país de tránsito, por donde pasan personas de todas las nacionalidades?

Muchas siguieron el ejemplo y decidieron mostrar su cabello afro también.

Sí. Hace 10 años nadie tenía afro. Cuando yo salí en la televisión así, todos quedaron impactados. Pero yo lo hice porque quise, porque ese es el cabello de los negros, es nuestro formato original, pero hasta los mismos negros se burlaban de mí. Empecé a salir en revistas y comerciales y comenzaron a escribirme desahogándose porque no se arriesgaban a hacer lo mismo. Me decían que no querían seguir gastando dinero en alisados ni lastimando su cabello. Yo me atreví y fue así como muchas otras también lo hicieron. Tenía muchos sueños y proyectos y no iba a permitir que me pisotearan. Hoy en día recibo comentarios hermosos, pero cuando la sociedad ve algo diferente, te critica y no te deja ser como eres.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Quiero que todos abran su mente, que sepan que antes de ejercer cualquier profesión, somos humanos. Yo pido que nos respetemos, que el panameño deje al extranjero desarrollarse libremente en Panamá y viceversa. No importa el género. Yo estoy en contra del racismo y la xenofobia, lo que importa al fin y al cabo es su aporte al país. Yo quiero que seamos más humanos, que aquí quepan todas las nacionalidades y las religiones. Por eso me gustan las artes porque te abren la mente, el corazón y el entendimiento.