La cultura chino panameña se abrió paso en Silicon Valley
Min Chen
Autor: Daniela Truzman
Foto: Luis Cantillo
Los ingenieros tienen una forma particular de ver el mundo. Su naturaleza les permite identificar los problemas con rapidez y de inmediato poner todo de sí para encontrarles una respuesta. Min Chen no es la excepción. La ingeniera informática graduada en la Universidad de Panamá con una maestría en Ingeniería de Software de la Universidad de Carnegie Mellon es la cofundadora de Wisy, la primera startup panameña en recolectar un millón de dólares. A través de la ludificación, que se vale de dinámicas características de los juegos para realizar actividades no recreativas, su aplicación vincula a los usuarios con productos y servicios, ofreciéndoles misiones y recompensas.
¿Cuál es el origen de Wisy?
Nuestro emprendimiento dinámico nació en Ciudad del Saber. Inicialmente queríamos impactar a las pequeñas y medianas empresas, que son las que generan más valor para los países. Queríamos incorporarlas en la economía digital. Para dimensionar la necesidad, y entender el reto que queríamos resolver, necesitábamos saber cuántos comercios existía en el país, dónde estaban ubicados y a qué se dedicaban, pero no lo conseguimos. No había una base de datos actualizada. Después de un viaje a Silicon Valley, se me ocurrió pedirle a la gente que nos ayudara a través de una cacería de tesoros, para que las personas conectaran a los comercios a nuestra base de datos a través de un rally en donde se divirtieran y ganaran premios. Mi socio Ricardo, que también es mi hermano, me habló de los juegos de realidad aumentada (esto fue antes de que saliera Pokemon Go). Así que decidimos emplear esa tecnología para crear un juego en el que la gente utilizara su celular, pero que jugaran en el mundo real. Ese fue el primer juego que lanzamos, que se llamó Interfases.
Con él participamos en varias competencias, una de ellas fue Seed Star. Una competencia mundial de emprendimien-tos emergentes Ese año participaron ocho mil proyectos. Triunfamos como mejor emprendimiento en Panamá, lo que nos llevó a Suiza a competir en la final con los otros 66 países. Ganamos el premio como “Emprendimiento de mayor potencial para expandir en los Estados Unidos y las Américas” y eso fue la confirmación que nos hizo el mercado global de que estábamos listos para irnos a Silicon Valley.
¿Qué hace falta para que exista una relación productiva entre los ciudadanos y la tecnología?
Participación. Si no hay participación del ciudadano, la tecnología está por el gusto. La tecnología tiene que suplir una necesidad y tiene que ser fácil de usar. Además debe haber colaboración, si yo participo estoy colaborando. Tiene que haber intercambio de valor.
¿Cómo afecta la cultura familiar en el desarrollo de un emprendedor?
En mi caso, mis papás y yo venimos de China. Ellos tomaron la decisión de venir a Panamá cuando yo tenía cuatro años de edad. Para mí ese es el modelo de emprendimiento más osado, porque mis papás no hablaban el español, ni ningún otro idioma que no fuera chino. Nunca habían salido del país. Mi papá llegó con 800 dólares, preparado para lo que tuviera que hacer para poder ahorrar y traernos con él. Era un ingeniero electrónico que manejaba una fábrica con dos mil personas y estaba dispuesto a cortar cabellos, limpiar baños, lo que sea. En vez de traernos en cinco años, que era lo que había estimado que podía demorarse, logró recabar el dinero necesario en ocho meses. Así fue llegamos y al año nació mi hermano.
Hemos pasado por muchísimas crisis. Todo se puede rehacer. En el año 1989, cuando ocurrió la invasión a Panamá, perdimos todo de nuevo. Lo que siempre nos ha sacado adelante es la educación y el trabajo arduo. En cuanto a la tecnología, nunca tuve Barbies, mi mamá me hacía las casas de muñecas con pedazos de madera que encontraba, así que yo siempre vi que uno podía hacer cualquier cosa con el ingenio y con las manos. Desde chiquitos estuvimos expuestos a la parte electrónica porque mi papá, después de mucho esfuerzo, logró tener su taller. De ahí mi afinidad con la ciencia. Todo se resuelve pensando.
¿Cómo es la ciudad que sueñas?
Una ciudad participativa, colaborativa en la que la gente se preocupe por cumplir con su parte de responsabilidad. Donde no haya corrupción, en donde la gente paga impuestos y que a la vez estos son bien utilizados. Una ciudad donde la gente pueda tener la dicha y la libertad de hacer lo que le guste. Una ciudad en la que haya empatía y en la que sepamos que todos formamos parte de lo mismo.