Una ciudad cercana al mar

Mercedes Arias

Autor: Mónica Guardia
Foto: Luis Cantillo

Comunicadora social, cineasta y escritora. En el año 2015 presentó, junto con Delfina Vidal, el documental Caja 25, elegido por el público como mejor film participante en el IV Festival Internacional de Cine de Panamá. Antes de incursionar en el cine, fue coordinadora de noticias de RPC Televisión y corresponsal extranjera de Telemundo y CNN; reportera y productora de Primer Plano, programa de periodismo investigativo trasmitido en Televisora Nacional. También fue directora de prensa en la Cancillería y participó como expositora en el Centro Latinoamericano de Periodismo en programas de capacitación a estudiantes del ramo. Fue directora del programa radial Hola Buenos Días y autora de la novela Enlazando Gallotes.

¿Cuáles son tus recuerdos más antiguos de la ciudad de Panamá?

Mis recuerdos más antiguos son de un Panamá que se fue: del Parque Anayansi en la Avenida Balboa, a donde iba a jugar con mis primos, y de los vendedores de muñecos inflables que iban los domingos al Parque Urracá. Era una ciudad menos complicada y más verde. En San Francisco, donde crecí, los vecinos jugábamos la lata por la noche en la calle. También pasé tantas otras horas en el Colegio de las Esclavas, -ya demolido- en plena Vía Israel. Justo enfrente quedaba una fábrica de aceites (ya tampoco existe) que despedía los más nauseabundos olores. La escuela era una hermosa estructura cuadrangular, de dos pisos, y con un patio de recreos en el centro, y otro patio posterior, gigantesco, con árboles de mamón. De ella solo se mantiene su iglesia, que hoy es el Templo de la Divina Misericordia.

¿Recuerdas algún sitio de la ciudad que te sorprendiera especialmente en tu niñez?

La Avenida Central me encantaba. La recorrí muchas veces con mi mamá. De ella me maravillaba, aunque con algún grado de temor, la cantidad de personas que allí convergían. Un lugar maravilloso e icónico seguirá siendo el Summit Gardens, donde estaban los burros y el lagarto Juancho. Y, cómo olvidar lo que era entonces el Causeway, el autocine en la Avenida Balboa y los patines en La Salle.

¿Cómo te ha inspirado la ciudad de Panamá?

A mí me gusta contemplar un mar fuerte, con olas, bravo y enérgico pues habla del respeto que hay que tenerle. Es una fuerza viva, que crea, modela, esculpe, arroja y guarda tesoros. La nuestra siempre ha sido una ciudad abocada al mar. Para mí la antigua muralla de la Avenida Balboa, con las balaustradas que dejaban ver el agua permitían sentir la cercanía de ese mar. Ahora es una muralla que desde la vía contraria su vista la bloquea. Allí mismo la enorme valla de J&B donde ahora está el Miramar, permitía la mejor vista al bajar por la Federico Boyd. Ese Mar del Sur nos brindó una importancia geopolítica importante.

¿Tu experiencia como reportera de noticias alteró tu percepción de la ciudad?

A través de los años he ido tomando conciencia de la ciudad como un sitio donde conviven los que tiene oportunidades con los que no, la miseria con la riqueza en pocos metros cuadrados.

¿Qué sitio de la ciudad te gustaría utilizar como escenario para una película?

El búnker que queda dentro del Cerro Ancón. Me intriga su triturador de papeles en tamaño descomunal. ¿Cuántos secretos habrán pasado por allí? Fue construido con la real posibilidad de que quienes allí ingresaran se quedasen a vivir allá dentro por un rato largo.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Me gustaría rescatar su nombre original del 15 de agosto, Nuestra Señora de la Asunción de Panamá. También sueño con un Casco Antiguo peatonal, ciclovías permanentes, semáforos sincronizados, drenajes pluviales que funcionen, accesibilidad a baños públicos y limpios, menos carros en las calles, recuperar las antiguas playas de la Avenida Balboa para el acceso a bañistas, un monumento a Margot Fonteyn en la ciudad y capillas de adoración perpetua en diferentes zonas de la ciudad.