Ficcionar la historia para entender el presente
Juan David Morgan
Autor: Daniela Truzman
Foto: Luis Cantillo
Empresario, filántropo, abogado y escritor. Nacido en David, Chiriquí, pero confeso enamorado de la ciudad de Panamá y su gente. Obtuvo una licenciatura en Derecho en la Universidad de Panamá con el mejor promedio, por lo que fue condecorado con la medalla Ricardo Alfaro, posee una maestría en Derecho internacional en Yale y es fundador de la reconocida firma de abogados Morgan & Morgan. Con su destacada pluma ha escrito novelas, cuentos y ensayos, resaltando el poder de la educación y la cultura para el desarrollo de las ciudades. Además, es un insigne defensor de la historia y sus consecuencias sobre el presente.
¿Cómo ve hoy a la ciudad de Panamá en su aniversario 500?
Los 500 años no son solamente una celebración de la fundación de la ciudad de Panamá, que debe ser motivo de reflexión para todos los panameños, no únicamente de los citadinos, de lo que significa haber sido la primera ciudad que construyeron los españoles y que se mantiene todavía en tierra firme. Eso tiene un alcance muy grande, porque significa que somos una de las naciones más antiguas en América y eso es importante porque al panameño le ha costado mucho encontrar su identidad por ser un país de paso y un país encuentro.
¿Por qué es importante que los panameños conozcan su historia?
Para que el panameño sienta orgullo de ser tiene que conocerse, conocer su historia y la historia de Panamá está plagada de hechos que indican que Panamá siempre ha querido ser independiente. Sin embargo, todavía se ven los ataques que hacen algunos países. No hemos sabido comunicarle al mundo que realmente somos un país muy antiguo con una identidad muy propia a pesar de ser un país de encuentro que es un crisol de diferentes gentes. Es importante que el panameño entienda eso para que se quiera, aprenda a conocerse y aprenda cuál es su valor, incluso, dentro de la historia y con eso empezar a caminar hacia metras comunes.
¿Qué rasgos positivos ve usted del panameño?
Yo creo que el panameño en general es un tipazo. Es un individuo atento, pacifista que ayuda con gusto. Eso todavía existe, pero se puede ir perdiendo si no nos preocupamos por conservarlo. Con los rascacielos se acabaron los vecindarios, aquello que nos unía al principio, los grupos de muchachos que se reunían e iban a divertirse jugando en la calle, pero todavía se conserva la idea de la comunidad a través de los edificios. Eso hay que tratar de promoverlo y mantenerlo.
¿Cómo es la ciudad de Panamá que sueña?
Yo escribí una novela histórica que se llama Entre el cielo y la tierra con la que me propuse dos cosas: escribir la historia del siglo XIX de Panamá, cuando estábamos todavía unidos a Colombia; y describir el Casco Antiguo, porque yo soy un enamorado del Casco Viejo. Incluso, procuro no ir tanto para maravillarme cada vez que vaya, porque está cada vez más hermoso y lo trato de ver con los ojos con los que lo vi cuando escribí el libro.
Yo tengo un apego a la ciudad. No estamos allá, donde estaba Panamá Viejo por el ataque de Morgan. Los españoles ahí se dieron cuenta de que necesitaban un lugar un poquito más defendible. Entonces, mudaron la ciudad. Ahora estamos unidos, ya Panamá Viejo está aquí y toda esta urbe que se nos ha vuelto histérica e incómoda es una ciudad súper atractiva. Si uno la ve con los ojos de aquel que llega por primera vez se queda maravillado. Y entonces inventan que esto es por el narcotráfico y no se dan cuenta de que Panamá ha sido así siempre. Desde que llegaron los españoles era una urbe muy importante, porque aquí llegaba la gente, de aquí salía la gente a conquistar al Perú, y de aquí salía la gente en el siglo XIX a dar la vuelta para llegar a las minas de oro de California. Por eso se construyó aquí el ferrocarril; por eso se construyó aquí el Canal. Hay una razón de ser de esta ciudad. Y esta ciudad hay que empezar a quererla un poquito más. Hay que tener civismo. Hay que tener educación vial. Hay que tener educación peatonal. Hay que tener cariño por caminar, por transitar, por vivir en esta ciudad de 500 años.