convivir en la diversidad

Gustavo Kraselnik

Autor: Daniela Truzman
Foto: Pich Urdaneta

De origen argentino, Gustavo Kraselnik es el rabino de Kol Shearith Israel, la congregación judía más antigua del país. Llegó a Panamá hace 17 años, después de una estadía de cinco años en El Salvador. Kraselnik esquiva el término “crisol de razas”, prefiere hablar de un mosaico para hacer referencia a la diversidad que existe en Panamá. De hecho, Mosaico es el nombre que recibe el evento que organiza la congregación desde 2016 y que muestra que la convivencia de distintos grupos de la sociedad ha sido claves en el éxito del país.

¿De dónde surge su preocupación por mostrar la coexistencia y el respeto interreligioso?

Es una combinación de dos factores. Por un lado, hay una inquietud personal que tiene que ver con una visión de la experiencia religiosa en donde no hay exclusividad, y donde tenemos que comprender que vivimos en una realidad que brinda muchas alternativas para llegar a la conexión con lo divino. Hay que tener la sensibilidad para respetar el camino del otro y la empatía para compren¬derlo. A eso se le suma como segundo factor que Panamá, desde antes de su fundación, tiene un compo¬nente diverso. Aquí siempre ha habido gente de distintas tradiciones religiosas que han encontrado una forma de convivir en donde la diferencia religiosa no ha sido fuente de conflicto. A pesar de las diferencias se puede convivir, se puede compartir, puede haber respeto, y por qué no, afecto.

¿Cuándo comenzó su labor por la coexistencia en Panamá?

La experiencia interreligiosa de Panamá tiene más de 50 años de trayectoria. Sin embargo, el diálogo interreligio¬so cobra notoriedad después de los atentados del 11 de septiembre del 2001. Cuando decido venir a Panamá me dicen que debo contactar al padre Néstor Jaén. A los pocos días de estar en el país, un viernes en la noche, llegó el padre a saludar a la sinagoga. Ahí comenzó la relación y junto con otros líderes religiosos empezamos a intensificar el tema. Se fue construyendo una relación de amistad y confianza y fuimos avanzando en plegarias interrreligiosas, actividades diversas y trabajos con jóvenes. La experiencia de la ceremonia de la inaugura¬ción del Canal ampliado lo hizo visible para toda la sociedad. Muchos se asombraron al ver a cinco líderes religiosos diferentes, pero entre nosotros hay una relación de mucho tiempo. El día que Panamá se estaba mostrando al mundo eligió mostrar esa faceta, la de la diversidad y la convivencia religiosa. Creo que fue muy fuerte y tuvo un impacto importante.

¿De qué forma se puede fomentar la tolerancia desde el ambito religioso?

No uso la palabra tolerancia. Por influencia del inglés muchos la usan en oposición a intolerancia y la Real Academia Española básicamente aceptó esa definición, pero originalmente era sinónimo de aguantar. Nuestra creencia de que todo ser humano ha sido hecho a imagen de Dios implica reconocer la dignidad de cada ser humano independientemente de cualquier cuestión: nacionalidad, étnia, sexo y yo voy un paso más lejos: orientación sexual. En Panamá esa es una discusión compleja porque la Constitución es ambigua: reconoce la libertad de culto, pero también que hay una mayoría católica y habla de una moral cristiana. Creo que tenemos que fomentar la educación de la diversidad y reconocer que Panamá es un mosaico. En el mosaico cada uno es como es, con su forma, con su color de piedrita y la belleza de la imagen surge de esa combinación.

¿Qué encontró en Panamá que le hizo quedarse y establecerse acá?

Profesionalmente era un desafío muy interesante: una sinagoga con mucha tradición que atravesaba un momento de crisis y que necesitaba un replanteo en una circunstancia muy particular y en paralelo encontré en Panamá la posibilidad de desarrollar mi vida personal junto a mi esposa, tengo un hijo panameño. Creo que es un lugar muy acojedor y agradable para vivir.

¿Cómo es la Panamá que sueña?

No es una utopía. Creo que hay que potenciar las virtudes que tiene y defenestrar algunas actitudes (como la corrupción y el “juega vivo”) que también son parte del Panamá de hoy en día y que si logramos sacarlas podemos estar cerca de avanzar. Creo que hay muchas muestras de solidaridad, de compromiso, de trabajar por el bien común; creo que el país tiene los recursos para resolver sus grandes poblemas, solo hace falta enfocar¬los correctamente y seguir promoviendo esta cultura de convivencia en lo diverso.