escogida por el ballet

Gloria Barrios

Autor: Corina Briceño
Foto: Eduardo Molino

A los nueve años de edad supo que sería bailarina. Lo descubrió cuando la eligieron la estrella principal de la velada infantil de la escuela. Era tan flexible que luego obtuvo una beca y comenzó a estudiar danza. “Tú no vas a vivir del ballet” le dijeron, pero una Gloria Barrios testaruda contestó: Yo sí voy a vivir del ballet y así lo demostró. A la edad de 45 años se retiró para dedicarse a la dirección del Ballet Nacional de Panamá, fundado hace más de 40 años.


¿Cuándo comenzó el interés por el ballet en Panamá?

En la década de los treinta vinieron bailarines famosos como Anna Pavlova. Después se creó la primera escuela de ballet que fue privada y entonces empezó ese pequeño movimiento en Panamá. En 1972 se organizó el Ballet Nacional de Panamá y en 1974 se instaló formalmente el Instituto Nacional de Cultura, INAC (actual Ministerio de Cultura), organismo del cual depende. Las presentaciones se hacían en el colegio Javier hasta que el Teatro Nacional fue reinaugurado en aquella época y hoy en día se ha convertido en la sede oficial del cuerpo de baile. Tiene las cualidades y la armonía que debe tener un teatro para el ballet.

¿Cómo fue el desarrollo de su carrera como bailarina?

Comencé con el ballet clásico universitario y entré a formar parte del Ballet Nacional de Panamá antes de la fundación del INAC. Me fui a estudiar a Inglaterra y al regresar ocupé el cargo de primera bailarina en las presentaciones. En 1992 me fui a Venezuela y viví allí durante 18 años. Bailé para el Ballet Nuevo Mundo de Caracas, una compañía de estilo de danza neoclásica. Me fui porque en Panamá para ese momento existían muchas dificultades para desarrollarse como bailarina. Yo quería buscar nuevos horizontes y experimentar otras facetas como la danza contemporánea. Estando allí viajé por Suramérica y Europa y alcancé la madurez artística que logras al aprender otros estilos de danza.

¿Actualmente es posible estudiar ballet en Panamá?

Las escuelas de ballet han crecido muchísimo. En los años 80 apenas eran tres o cuatro, hoy hay varias y lo mejor de todo es que están llenas, tanto de hembras como de varones. La Escuela Nacional de Danza tiene mínimo unos 600 alumnos, no acepta más porque no hay espacios para ello. Todo eso quiere decir que hemos ayudado a crear un ambiente favorable para el desarrollo del ballet. Antes la proporción de niñas era mucho mayor que la de los varones, ahora es más equitativa. También hemos roto ese paradigma de irrespetar a los hombres que quieren estudiar ballet. Ya no es una burla, es una profesión al igual que cualquier otra.

El Ballet Nacional ya está cerca de cumplir 50 años ¿cuáles han sido las mayores dificultades en ese tiempo?

Dificultades hay siempre, no solo en el ballet, sino en el crecimiento de la cultura en general. Ha sido una constante lucha por sobrevivir, lo hemos logrado gracias al tesón y la disciplina de varias generaciones que han trabajado de manera continua. Hacen falta espacios, hemos tratado de mejorar y ampliar los que ya existen. También hemos llevado el ballet a la calle, aunque el clima panameño afecta regularmente la programación al aire libre. Los centros comerciales han sido otro espacio que hemos conquistado y que nos ha permitido acercar a la gente al ballet. Sin embargo, la mayor dificultad ha sido no contar con una sede propia para el Ballet Nacional, desde su fundación hemos utilizado espacios temporales o compartido con la Escuela de Danza. Hemos sido gitanos en nuestra propia ciudad. Por eso queremos que se lleve a cabo el proyecto Ciudad de las Artes que albergará al Ballet Nacional, a la Orquesta Sinfónica, al Conservatorio Nacional y a la Escuela de Danza. Juntos en un solo lugar podremos sacar lo mejor de nosotros mismos y complementarnos.

¿Cómo es la Panamá que sueña?

La imagino con un espacio propio para el arte y la cultura. Celebro que Panamá tenga un Ministerio de Cultura con un ministro que pueda luchar por un presupuesto digno para todos. Necesitamos un representante con voz y voto. Y no solo eso, quiero una Panamá con una oferta cultural grande y de calidad, tanto para los panameños como para los artistas.