Cultura para definir el futuro

Enrique Jaramillo Levi

Autor: Moisés Jurado Briceño
Foto: Gustavo Ledezma

De víboras hambrientas están llenos los atardeceres de la memoria del maestro Jaramillo Levi. Una memoria que reconstruye toda una vida como uno de los escritores con una de las obras más sólidas de todo Panamá. Licenciado en Filosofía y Letras y con especialización en Inglés en la Universidad de Panamá, una maestría en Creación Literaria y una maestría en Letras Hispanoamericanas hechas en la Universidad de Iowa, Estados Unidos, y con estudios completos de Doctorado en Letras Iberoamericanas (sin haber podido sustentar la tesis) en la Universidad Nacional Autónoma de México, Jaramillo Levi deja un legado a su ciudad y a su país que va más allá de la escritura y se consolida en la visión del promotor cultural. Después de toda una vida como docente y escritor de los distintos géneros, de haber dirigido importantes revistas y talleres, hoy en día es asesor cultural de la Universidad Tecnológica de Panamá.

¿Cómo fueron sus inicios en la literatura?

Siempre me gustó escribir y leer de todo, desde muy joven. Tuve el honor de que mi primer libro de cuentos, Catalepsia, fuera publicado por el Ministerio de Educación, en donde el gran escritor Rogelio Sinán editó varios cuentos de ese libro. Considero que me formé más formalmente como escritor, en parte en los Estados Unidos cuando hice las dos maestrías, pero fue después, con una beca que me gané con el Centro Mexicano de Escritores, donde tuve el honor contar con la tutoría de grandes escritores Juan Rulfo y a Salvador Elizondo. El maestro Rulfo con su lapicito rojo no dejaba escapar en nuestros trabajos de becarios palabras mal puestas o repetidas, mala puntuación, conceptos repetidos innecesariamente… Yo creo que aprendí a escribir con ellos literatura. El libro que escribí de ese taller fue Duplicaciones, publicado en su primera edición por la Editorial Joaquín Mortiz, mi obra más conocida.

¿Cómo nace ese interés de ser promotor cultural?

Estando en México, teniendo todas las oportunidades para continuar mi vida allá, ya que había continuado la beca, escribía periodismo cultural para varios periódicos, entre otras cosas, la última vez que me consigo al maestro Juan Rulfo, me comenta: “Supe que has llevado una buena labor como promotor cultural, te he leído en los diarios y además llevas un taller y una pequeña editorial, Signos… ¿por qué no te vas a Panamá y haces esa labor allá?”. Él sabía lo mal que nos iba por acá, que no habían editoriales, universidades que dictaran literatura, actividades… Eso se me fue quedando, y yo ya tenía por dentro la vocación de ser promotor cultural, y por eso me vine. He tenido acá cuatro editoriales: la más reciente es el Foro Taller Sagitario Ediciones; llevamos 30 libros publicados. Toda mi vida he disfrutado de ser promotor cultural.

¿Cómo aparece la ciudad de Panamá en su obra literaria?

Yo te diría que mi contribución no es tanto por el lado de qué tanto he escrito sobre la ciudad de Panamá: es por el lado del promotor cultural. Todo lo que he hecho por la literatura lo he hecho en la ciudad, desde aquí mismo. Llevo cinco congresos internacionales realizados y organizados por mí en la UTP, entré hace 23 años como profesor y antes de jubilarme quedé como asesor cultural en esta universidad. He creado el “Premio Diplomado en Creación Literaria” para que todos los que salen de este diplomado puedan competir y seguir siendo motivados. Todo escritor aspira a que su legado sea literario, y modestia aparte, pienso que quedaré en la historia como cuentista. Pero como no se lee mucho en Panamá, pienso que lo más visible de mí es mi labor como promotor cultural.

¿Cómo es la ciudad de Panamá que usted sueña?

Dice el dicho que soñar no cuesta nada. Yo quisiera una ciudad y un país donde las leyes en contra de la corrupción, el lavado de dinero, o el tráfico de droga fueran realmente efectivas, y que la gente que comete estos delitos se les lleve presa y paguen condenas muy altas. Donde lo más importante no sea la política y el comercio, sino la convivencia humana, el respeto, el entender que el apoyo a la cultura no es más que una manera de apoyar la propia identidad nacional de todos y cada uno de los ciudadanos. Sueño con que algún día, Panamá sea así.