Arte contemporáneo en una ciudad llena de contradicciones

Donna Conlon y Jonathan Harker

Autor: Daniel Molina
Foto: Luis Cantillo

Donna Conlon (Atlanta) y Jonathan Harker (Ecuador) forman desde 2006 una de las duplas más sobresalientes del videoarte en Panamá. Ella estudió biología y escultura; él, literatura, filosofía y cine. En sus obras abordan temas como la identidad y el estilo de vida de los panameños, aunque casi siempre son rasgos que se pueden extrapolar a la población mundial. Sus piezas han sido incluidas en colecciones del Tate Modern Art, el Solomon R. Guggenheim Museum, la Queensland Art Gallery, la Kadist Art Foundation y el Centro Gallego de Arte Contemporáneo.

Del abanico de problemáticas que plantean sus obras, ¿cuál es el desafío más grande que tiene la ciudad?

Jonathan: Cambio climático, porque no estamos para nada preparados para eventos de clima extremo. Si con una lluvia más o menos abundante se inunda la ciudad, imagínate si hubiera un huracán, no hay contingencia, infraestructura o preparación, hay de por sí problemas de desbordamiento de quebradas, caliche, acueductos, mal manejo de bienes que se construyen cercas de ríos y cuencas.
Donna: También falta de análisis profundo sobre lo que estamos haciendo y cómo esto contribuye a esas posibilidades de desastre. Podemos estar poniendo energía solar y capturando agua de lluvia, y no estamos haciendo absolutamente nada. De hecho, Capitapultas (2012) es un video que representa ese problema general del ser humano, de no pensar en las consecuencias de nuestras acciones.

Su videoarte Efecto dominó (2013) nos habla también de una ciudad que se construye y reconstru-ye constantemente

D: Sí, toma lugar en el Casco Antiguo pero es realmente toda la ciudad de Panamá y cómo estamos siempre tumbando y reponiendo. Estaba pensando últimamente mucho en una ciudad como muy tropical, en el sentido biológico. En los trópicos, comparados con áreas templadas, la vida dura menos tiempo y la velocidad de descomposición es mucho más rápida. En ese sentido me parece muy tropical, las cosas no duran, las cosas existen en el momento sin mucha historia ni mucho futuro. Es como el mismo bosque alrededor de la ciudad, que está todo el tiempo rehaciéndose.
J: Se construye con la mentalidad de hacer riqueza inmediata. No hay incentivo para restaurar y proteger edificaciones históricas, más bien lo contrario, existe toda la motivación para echarlas abajo y capitalizar verticalmente. Además, nunca ha existido una cultura que valore la historia: el himno nacional, que es la canción que define la identidad dice: “es preciso cubrir con un velo el pasado”. Creo que andar por ahí con una neblina de memoria es parte de nuestra identidad. Se habla de una falta de identidad, yo creo que sí la hay solo que no es necesariamente la que todos quieren tener.

¿Cómo es la Panamá con la que sueñan?

J: Una de las cosas que sucede es que la norma es que los costos se socializan y los beneficios se privatizan. Entonces, todo el mundo pone plata para construir cosas, pero luego viene una empresa corrupta como Odebrecht y todo ese dinero invertido se pierde en obras que quedan mal construidas.
D: El contraste sería una ciudad socialmente más horizontal…
J: …Todas esas torres de cristal calientan la ciudad, los carros con aire acondicionado calientan la ciudad. En ese sentido, si se cambia la legislación las cosas pueden cambiar. Asimismo puede haber leyes para que la gente no pite tanto o si tienes carros grandes pagar más impuestos; con carros chiquitos el tráfico fluiría mejor.