La plasticidad del lenguaje artístico

Cisco Merel

Autor: Daniel Molina
Foto: Javier Sucre

Cisco Merel se introdujo en el mundo del arte a través del grafiti en las calles de la capital. Estudió fotografía y pintura y participó en residencias en Nueva York (Estados Unidos), París (Francia) y Leipzig (Alemania). Al inicio, su obra exploraba texturas orgánicas de árboles en contraste con formas rígidas que asemejaban edificios, en pleno boom inmobiliario. Hoy utiliza su propio vocabulario de formas, inspiradas en tipografías y figuras geométricas, con colores precisos. Estas iconografías son su herramienta para componer imágenes y espacios en múltiples soportes, desde la pintura y la instalación hasta proyectos en espacios públicos.

¿Cuándo decidiste dedicarte de lleno al arte?

Desde la secundaria sentía un interés por el arte, que era el único campo en el que me sentía libre. Luego de la universidad entré a trabajar en una agencia publicitaria donde había “vuelo creativo”, pero me di cuenta de que eso no era para mí, me sentía limitado. Junto con otros amigos, allá por el 2005, empezamos a hacer muestras en bares, relacionándonos a partir de temas que nos preocupaban como el boom inmobiliario y fuimos armando proyectos por nuestra cuenta. Luego surgieron oportunidades con galerías y residencias y así se fue armando el camino.

¿Cómo describirías tu estilo?

No creo en los estilos, pero creo en las investigaciones y formas de profundizar diferentes temas. En mi trabajo se ha ido desarrollando un lenguaje visual propio desde las formas y colores porque he sido muy constante a lo largo de los años en explorar diversos medios que, al final, giran en torno a los distintos temas que me interesan para trabajar en la obra.

¿Cuál es el aprendizaje más grande que atesoras de tu paso por Articruz?

Me siento afortunado y siempre agradecido de tener la experiencia de aprender con el taller Articruz y con el maestro Cruz-Diez. Desde la primera vez me ha influenciado grandemente en la manera de ver, hacer y pensar mi trabajo.

¿Qué significado tiene para ti haber colaborado con el IFF Panamá 2019?

Para mí el cine juega un importante papel en comunicar mensajes desde lo emocional y narrativo, que nos permiten conectarnos con otras realidades. Fui convocado por el IFFP 2019 para diseñar la imagen del festival con el propósito de trasmitir esa idea. Las colaboraciones multidisciplinarias me parecen muy interesantes como formas de exploración. Siempre estuve abierto a las colaboraciones, por ejemplo con arte interactivo junto a mi hermano, Rosendo Merel, trabajamos con realidad virtual y arte kinético. Así mismo, han surgido otros proyectos en colaboración, muy impensados, y me han abierto otros campos de exploración. Tal es el caso de una invitación que recibí desde París para trabajar junto a un reconocido chef: un postre tradicional francés con la forma de una escultura mía.

¿Consideras que el vínculo entre la ciudadanía y el street-art ha evolucionado recientemente?

Sí, ha crecido muchísimo. Por un lado, gracias a la constante gestión e impulso de los artistas locales que han conseguido el apoyo de la Alcaldía para realizar murales e intervenciones en el espacio público y me parece un gran paso. Por otro lado, se puede ver una variedad de artistas nuevos, con trabajos muy buenos y que están muy activos.

¿Cómo es la ciudad de Panamá con la que sueñas?

Una ciudad con mejor educación, cultura y oportunidades para fundar las bases de una ciudad verdaderamente rica de pensamiento, que pueda ser transparente y honesta en su gestión pública.