El teatro como vitrina de la ciudad

César Robles

Autor: David Alejandro Chacón
Foto: Gustavo Ledezma

Robles, nacido en Panamá, pero con familiares del distrito de Ocú, en Herrera, es un fervoroso amante del folclore panameño. Es pariente de importantes cronistas como Dora y Manuel Zárate, y del historiador Alfredo Castillero Calvo. Es graduado en diseño gráfico, mercadeo y publicidad, sin embargo, y antes las carencias que observó en la ciudad y su repentino amor por el teatro, decidió especializarse en las partes técnicas de las artes y se alistó en el Centro Tecnológico del Espectáculo en Madrid, en el Stagecraft Institute de Las Vegas y en un programa de intercambio con el Kennedy Center, que le permitió recorrer varias ciudades para aprender de diferentes lineamientos técnicos. Siendo asesor de la dirección general del Instituto Nacional de la Cultura (actual Ministerio de Cultura) fue el encargado del proceso de reapertura y humanización del Teatro Nacional en 2019.

¿Quién es César Robles para esta ciudad?

Un mediador cultural. Yo entré al Teatro Nacional porque había un conflicto de lenguaje entre la parte de diseño del proyecto y la parte técnica. Un equipo no entendía lo que el otro quería decir en ciertos aspectos y me tocó, digamos, traducir todo esto.

¿Cómo “humanizaste” el Teatro Nacional para la ciudad?

Me encargué de traer hasta el teatro distintos actores de la ciudad, de todas las áreas. La idea era saber sus inquietudes, escuchar sugerencias, para que de esta manera, en su reapertura, fuese un espacio más humano, más abierto.

¿La ciudad necesita ser más humana?

Claro que sí. Que no sea simplemente una ciudad de escaparates, transportes y avances técnicos y tecnológicos. En ese afán de convertirnos en una gran urbe, se nos ha olvidado que los ciudadanos son humanos y necesitan aceras, educación ciudadana, pasos peatonales y que tienen derecho a ventajas culturales y cívicas.

¿En qué se parece el Teatro Nacional a la ciudad?

El Teatro Nacional siempre ha sido un espacio que ha discriminado por clase social aunque no sea a propósito, y eso lo podríamos interpretar de la misma manera en la ciudad. Arquitectónicamente el edificio está dividido por áreas gigantes con accesos separados y para entrar de un área a otra tenías que ingresar por sitios específicos que no se mezclaban. Además es cálido, como la ciudad.

¿Qué regalo le darías a la ciudad por sus 500 años?

Más programas de formación y trabajo educativo a través de centros de formación y que las artes y la apreciación artística regresen al pénsum en todas las escuelas.

¿Qué es lo más disfrutas de la ciudad de Panamá?

La gente, su forma de hablar y su particular forma de comunicarse.

¿Cómo es la Panamá de tus sueños?

Una ciudad relajada y tranquila. También activa, pero sin premura. Que tenga ofertas artísticas y culturales en todos lados. Y que esas opciones culturales sean accesibles para todo el mundo.