Alfredo Hidrovo

Tambores de luna llena

Autor: David Alejandro Chacón
Foto: Pich Urdaneta

Alfredo Hidrovo, músico multi-intrumentista graduado en la prestigiosa Berklee College of Music en Boston, Estados Unidos, compositor y reconocido fotógrafo, es el creador de uno de los eventos musicales más importantes del país, Luna Llena de Tambores, el festival de la familia, iniciativa que nació oficialmente en 2010 y en la que pasados los primeros ocho años de trayectoria, ya habían participado más de 250 mil personas en 100 presentaciones, regularmente mensuales. Hidrovo, además, es el pionero de varios talleres como Música para Sanar, que ha sido impartido en asilos, a niños especiales y comunidades de alto riesgo social.

¿Cómo nace Luna Llena de Tambores?

Todo comenzó cuando regresé de Estados Unidos, de estudiar en Boston y vivir en Nueva York, una ciudad máster que me enseñó muchísimas cosas. Yo me iba al Casco Antiguo y como para ese tiempo nadie lo visitaba, me ponía a tocar tambores con los niños de allá. Inconscientemente me di cuenta de que es una manera de conectar a las personas y las mismas descubren virtudes que desconocían y hasta trabajan para mejorarlas. Seis años más tarde, y después de varios tropiezos, la iniciativa se hizo realidad.

¿Qué hacen en este festival de la familia?

Junto a grupo de excelentes músicos, invitamos a nuestro público a tocar tambor, bailar y hasta cantar con el ritmo de la música. Los protagonistas son las personas, no nosotros, quienes apenas servimos como monitores para que se vayan integrando. El objetivo de estas presentaciones, algunas con hasta 10 mil asistentes, es juntar a personas de todos los estratos sociales y que compartan en armonía. Puedo decir que se crea una red social verdadera con miles de individuos disfrutando mientras tocan un tambor.

¿Cuál es el aporte a la ciudad?

Ya es una tradición. Este festival de la familia rompe paradigmas porque se unen personas de cualquier clase, edades, tamaños, personas con discapacidades, todos con la misión de pasarla bien y, entre los puntos clave, es que no vendemos alcohol; ya ahí podemos decir que estamos haciendo todo diferente. Además, le pedimos a los participantes que limpien el lugar, que reciclen y hemos creado esa cultura en los panameños. Ese es nuestro aporte, conectar a la ciudad, a las familias y que respeten, cuiden y entiendan los espacios.

¿Tiene la ciudad los espacios suficientes para este tipo de eventos?

Hemos tenido presentaciones con 10 mil personas, sin embargo, me pregunto por qué en la ciudad nos cuesta trabajo encontrar lugares para los eventos. Ya es hora de que eso cambie, que tengamos espacios decentes para llevar esta y otras iniciativas a cada vez más personas.

¿Suena a tambores la ciudad?

Claro que sí. Muchas personas, de todas las edades, han encontrado en el tambor una buena manera de expresarse. Y todo esto, es bueno decirlo, con diferentes ritmos y sonidos alternativos. Es lo que nosotros buscamos, que la gente se conecte, incluso aquel que nunca haya tocado un instrumento. La idea es que el público sea parte de nuestra banda de 12 músicos.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Una en la que la cultura y la naturaleza dicten el futuro y que la embellezcan con toda la sensibilidad que nos pueda dar el arte, la música y que la definición del nuevo panameño sea en base a estos términos.