El lenguaje universal del arte
Carlos Agrazal
Autor: Melissa Pinel
Foto: Eduardo Molino
Músico, fotógrafo y educador. La lista de artistas con los que Carlos Agrazal ha compartido tarima es larga, incluyendo una gira internacional en 2018 junto a Rubén Blades y la Big Band de Roberto Delgado. Aprendió fotografía de manera autodidacta, coordinador de los programas educativos e internados internacionales de la Fundación Danilo Pérez, colíder de la agrupación de jazz panameño, TamboJazz Collective y enseña fotografía en los programas educativos de la fundación de arte contemporáneo Casa Santa Ana.
Eres autodidacta en la fotografía. ¿Cuál es tu primer recuerdo con una cámara?
Sí, soy autodidacta en la fotografía, pero tuve gente que me guió para desarrollar una buena estética. El primer recuerdo con una cámara fue cuando tenía 15 años de edad, mi profesor de artes plásticas me prestó su cámara Pentax K1000 para que documentara el viaje y la presentación que tenía que hacer en la capital (soy de Penonomé), recuerdo que solo me dio una leve explicación de cómo tenía que hacer para tomar las fotos, nunca había usado una cámara y menos sabía cómo funcionaba el film en general, durante todo el tiempo del viaje estaba en mi mente si esas fotos iban a salir, tenía mucha incertidumbre y dudas.
¿Qué es lo que te atrae del street photography?
La frescura de su espontaneidad, que es una fotografía real que documenta la humanidad, donde el arte surge de un entorno y un momento cotidiano. Me gusta mucho asociarla a esta frase del pintor alemán Paul Klee: “Hacer visible lo invisible”.
Tu otra gran pasión, la música, te ha llevado a viajar por el mundo y a participar del esfuerzo transformativo a través de la Fundación Danilo Pérez. ¿Qué pasa cuando tomas el saxofón?
Cuando toco el saxofón me conecto con mi yo interno, en esos momentos especiales se crea un lugar donde puedo reflexionar primero conmigo mismo, entrar en vibración con las energías del universo, para luego conectar y compartir lo que hago con mi entorno. Es un momento de amor por la vida, bendición y gratitud por todo lo que tenemos y podemos seguir haciendo.
Tanto la fotografía como la música comparten su capacidad de superar las fronteras del idioma. ¿Qué has aprendido al compartir tu trabajo fuera del país?
Que el mundo es muy pequeño, que a través de las artes nos unen más cosas de las que nos dividen, que no importa los idiomas, la raza, el color de tu piel, religión, ni política. Que podemos comunicarnos y compartir por medio de un lenguaje universal, siempre y cuando no tengamos temor a ser más sensibles, abiertos de mente, corazón y espíritu. Con cada viaje me siento optimista, pienso y creo que el mundo puede mejorar con la ayuda del arte.
¿Cómo es la Panamá que sueñas?
Con igualdad, con una educación de altura, donde desarrollemos un pensamiento creativo, crítico, analítico y que siempre sea más importante el “nosotros’. Una sociedad aferrada a su historia y orgullosa de su identidad cultural. Donde “juguemos vivo” todos para que no haya más corrupción.