El hombre del tambor

Tony Howard

Autor: Luis Burón Barahona
Foto: José Yau

Mueve las manos a un ritmo hipnotizante. Golpea el cuero del tambor y llena el espacio de ese sonido tan familiar, tan primitivo. Es otra noche más para Tony Howard, quien lleva ya 25 años tocando tambor. Ha ganado nueve concursos nacionales, incluyendo el Festival de la Mejorana, y ha representado en incontables ocasiones a Panamá en el exterior. Su principal arma: el tambor, lo que también se ha convertido en su punto raizal con las tradiciones y costumbres panameñas no solo como intérprete, sino como profesor.

¿Cómo comenzaste a tocar folclore?

Me motivó un vecino. Tenía yo 18, 19 años de edad cuando lo vi un día tocando en la lotería. Yo iba a bailar y me hipnotizó cuando lo vi tocar ese tambor. Después conversé con él y me enseñó. Él tenía un tambor que era tres en uno: repicador, pujador y secador. Hasta ese día, mi sueño era bailar, luego todo cambió.

¿De dónde venía esa pasión por el baile?

Siempre estuve muy cerca de la música. Mi papá es guitarrista, formó parte de Los Beachers y practicaba mucho en casa. Vivíamos en Monte Oscuro y había muchos afrodescendientes y siempre había baile.

El tambor es uno de los protagonistas del folclore panameño, aún con todos los cambios que hubo en las últimas décadas. ¿Consideras que el folclore debe ser rígido o flexible?

La rigidez le hace daño al folclore. Cuando aprendí a tocar me criticaban mucho porque era de la ciudad, porque me vestía como alguien de la ciudad y no del interior. La rigidez estanca al folclore. Eso sucede principalmente por los regionalistas, que no dejan que sea libre, que se transforme. El folclore panameño está atrasado por esa rigidez.

La tecnología ha cambiado el mundo. Uno puede ahora escuchar o ver cualquier cosa de cualquier parte a través de un teléfono celular. ¿Consideras que esa exposición ha influido en el folclore panameño?

La música de afuera ha influido en los barrios populares, de eso no hay duda. En las escuelas en las que he estado, sin embargo, los niños siguen dándole valor a su folclore. Claro que depende de las escuelas, en este caso siempre han sido particulares, pero esto también se debería de adoptar en las oficiales, ya que ellas no dan folclore como una materia. Y eso no debe ser. Por eso en los barrios populares se impone la música foránea. Al menos en la ciudad. Con todo y eso, la música típica panameña tiene su espacio en la ciudad.

¿Qué es lo que más te enorgullece de ser un folclorista?

Salir al exterior a dar a conocer mis tradiciones y costumbres. Me da incluso más alegría cuando veo a mis estudiantes practicando, amando su folclore. Aunque en el exterior creen conocer el folclore panameño, pues muchas agrupaciones han llevado conceptos erróneos únicamente porque se ven más vistosos y realmente no tienen razón de ser.

¿Cómo es la ciudad de tus sueños?

Me ilusiona un lugar en el que se valore más al folclore, y más al artista nacional. Que haya más lugares para presentaciones típicas, que existan más conjuntos, más intercambios con el resto del país.