Voz de la memoria y de los derechos de las mujeres y los afropanameños

Tatiana Ríos

Autor: José María Torrijos Legazpi
Foto: Eduardo Molino

Junto a Miroslava Herrera y el resto del grupo Afrodisíaco, ganador de la categoría folclórica del Festival Viña del Mar 2016, Tatiana ha puesto el tambor de vuelta en el top of mind del público. Además de su rol como cantante, se ha convertido en una activa defensora de los derechos de la mujer, impulsora del reconocimiento a los afropanameños, y luchadora incansable por el rescate de la memoria histórica y artística de la nación. Su nombre está fuertemente vinculado a los esfuerzos por establecer una industria formal de la música, y la capacitación de sus actores.

¿A qué suena la ciudad de Panamá para ti?

A diversidad. A la campana del paletero o del vendedor de raspao’, a los vendedores de los almacenes en la Avenida Central gritando que entres a comprar y aproveches las mejores ofertas; a bandadas de talingos al final de las tardes anunciando que el sol se va. Y podría seguir mencionando una cantidad de sonidos que son tan nuestros, que no logro imaginar la ciudad sin ellos, más allá de los ritmos musicales que nos son tan familiares.

¿El arte tiene un espacio relevante en la vida de la ciudad de Panamá?

Creo que si tuviera un lugar relevante no pasaría tan desapercibido el hecho de que el arte es parte del ADN de esta ciudad. Me encantaría que fuera relevante, notorio, cotidiano, y parte de nuestra conciencia colectiva como ciudadanos.

¿El arte crece proporcionalmente a como crece la ciudad o es algo inverso?

¿Qué es crecimiento? ¿Cómo lo medimos? Partiendo de allí, mi consideración de crecimiento radica en mucho más que edificios altos y ampliación de calles. Aunque creo que la ciudad experimentó cambios positivos en los últimos cuatro años, aún falta mucho por hacer en crecimiento cultural, y ese crecimiento cultural engloba la palabra “bienestar” para todos los que habitamos la ciudad. Espero que el arte crezca más alto que los rascacielos del centro de la ciudad.

¿El público citadino cómo es: cálido, frío, cruel, atento?

Incrédulo o tímido, aún no lo sé. Pero creo que todavía no termina de creer en lo que tiene, en su arte, su cultura, su talento. De alguna manera aún siente que lo que es de afuera es mejor. Y no se trata de que lo de afuera sea mejor o peor, se trata de que debemos aprender a valorarnos como hacedores de arte. Una vez encuentras un público que comienza a creer (generalmente porque el artista local logra un reconocimiento fuera de Panamá) te das cuenta de que es la audiencia más cálida y cariñosa del planeta y que lo único que tenía era timidez.

¿Es fácil encontrar los 500 años de arte en la ciudad de Panamá?

Para el ojo curioso puede ser fácil. Hay arte en toda manifestación popular. En la decoración de los diablos rojos, en las esquinas de los barrios donde los chiquillos se reúnen a rapear, en el palenque de la reina Marcia en Curundú, en la arquitectura bellavistina, en la arquitectura de Río Abajo, en las prácticas de las bandas de escuela previas al mes de la patria, en la diversa gastronomía de nuestra ciudad… Necesitamos más aceras siempre, para salir a caminar y descubrirnos en el arte que hay en la ciudad.

Referente a la memoria histórica: ¿la sociedad capitalina va desechando lo viejo en búsca de cosas nuevas? ¿Olvidamos y hacemos a un lado?

Más que olvidar, nos desconectamos de la raíz. Y esto hace que la memoria, que nos da tantas claves de dónde estamos parados en el presente, y cómo llegamos hasta aquí, se vaya perdiendo. La Fundación, más que rescatar ritmos de tambores afropanameños, quiere rescatar el verdadero sentido de esa manifestación popular que es el tambor: esos cantos y ritmos son una forma de comunicar y expresar modos de vida, costumbres que van desde las hierbas que las abuelitas usan para sanar a los enfermos hasta formas de enamorarse que ya no existen seguramente. Allí, en esos cantos, se mantiene viva nuestra memoria.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Una donde es completamente natural vivir el arte en todo lo que hacemos. Con facilidades para el desarrollo humano. Una en la que existan centros de cultura en todos los barrios de la ciudad y que eso fuera para los niños tan natural como respirar. Una ciudad con planificación urbana, con descentralización y con oportunidades laborales, educativas, culturales y de salud al alcance de la mano de todos los barrios.