Cine que cambia vidas

Said Isaac

Autor: Melissa Pinel
Foto: Pich Urdaneta

La primera vez que Said vió una película fue en el Cine Metro de Calidonia. Era 1995 y había viajado desde Colón con una tía. Luego, empezó a experimentar con una cámara VHS que había en casa y en el 2010, junto a un grupo de amigos y colegas, decidió crear Mente Pública, un espacio accesible y alternativo para quienes querían aprender a hacer cine pero no encontraban cómo capacitarse. Después de eso el cine ha pasado a ubicarse en el centro de todo y, por como lo cuenta, no hay otra cosa que preferiría estar haciendo.

¿Cómo surge Panalandia? ¿Qué han logrado desde que inició el festival?

El Festival de Cine Pobre Panalandia surge en 2014 como una reacción a la escena cinematográfica que vivíamos en aquel momento. En los pocos espacios de cine que existían, el cine local quedaba rezagado, quizás por no cumplir con los estándares de la industria internacional. Desde Mente Pública sentimos la necesidad de proponer un festival que acogiera nuestras historias y les diera la importancia que estas merecen, un espacio libre donde no hubiera límites para la creación, además con la consigna de que no es necesario tener grandes cantidades de dinero para hacer cine cuando se cuenta con ingenio y pasión. Luego de cinco exitosos festivales creemos que hemos logrado demostrarle a una sociedad clasista que tener pocos recursos económicos no es una limitante, más bien una oportunidad para ser honestos, para compartir y co-crear. Nos hemos conectado con personas valiosas en todo el país que ven la importancia de descubrirnos a través del cine, con cineastas innatos de las comarcas y provincias centrales, con estudiantes y docentes de escuelas públicas primarias que ven por primera vez cine panameño en las muestras escolares que organizamos y se han visto reflejados.

¿Qué pasa cuando llevan el cine a los barrios?

Cada comunidad tiene su personalidad y su manera de hacer las cosas. Al mostrarles las herramientas que se tienen para contar una historia audiovisualmente empiezan a surgir ideas. Nos gusta trabajar en comunidades pequeñas, creemos que ahí la convivencia es más estrecha y al momento de hacer cine hay participación con buena onda. En una ocasión en Portobelo al mostrar el producto final ante la comunidad, primero se formó una algarabía, la comunidad empieza a reconocer a los distintos personajes del día a día que ahora están en la pantalla. Luego es alegría por ver algo tan tuyo convertido en una película, después es darnos cuenta de que somos capaces de ser emisores de información y no sólo unos receptores de la televisión.

¿Qué papel juega el cine en la recuperación de la memoria histórica?

El cine es una herramienta perfecta para traer a la actualidad otras versiones de la historia que quizás fueron olvidadas: relatos, recuerdos y vivencias que también debemos conocer y que no han sido incluidas en la historia oficial del país. Las nuevas generaciones deben conocer que en Panamá ha habido personas luchadoras, que desde sus comunidades o barrios se organizaron por sus ideales. Hemos descuidado nuestros museos y bibliotecas y el arte y la cultura no son prioridad para nuestros gobernantes, pero es ahí donde un medio de comunicación tan accesible como el audiovisual puede convertirse en una herramienta transformadora.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Sueño con una Panamá que ha dejado atrás el qué dirán y que ha dejado de mirar hacia afuera para descubrirse a sí misma, donde se “juega vivo” por el bienestar colectivo, donde ya aprendimos de nuestros pueblos originarios a vivir en armonía con la naturaleza y a respetar nuestra historia.