El poder de la música
Rómulo Castro
Autor: Luis Burón Barahona
Foto: José Yau
Aunque simple, una canción a guitarra y voz puede llegar a tener un poder brutal. Eso lo sabe bien Rómulo Castro, quien es uno de los cantautores más importantes de la historia musical panameña. Autor de la canción Rosa de los Vientos, que popularizó Rubén Blades al ganar un Grammy con un disco con el mismo nombre. Castro lleva décadas transmitiendo el sentir de un pueblo al ritmo de sus canciones.
¿Cuándo supo que quería ser músico?
La música siempre estuvo en mi vida. Nací en México, de papá chiricano y madre mexicana. En 1961, cuando tenía dos años, nos mudamos a Cuba, y allí tuve un roce muy fuerte con la música de cantautor. Después de escuchar a los grandes, supe que eso era lo que yo quería hacer con mi vida. Cuando llegué a Panamá, a los 18 años de edad, me fui a estudiar filosofía e historia en la Universidad de Panamá y me vinculé con Trópico de Cáncer. Luego fundé mi grupo, Liberación, y por ahí me fui…
¿Cómo fue esa transición de la sociedad cubana a la panameña?
Son sociedades distintas en términos históricos, pero similares en la cultura: la forma extrovertida, el relajo, la comida, los ritmos. Me sentía bien, como en casa.
¿En qué etapa está la música de cantautor panameña?
Hay dos procesos simultáneos. Nunca ha habido tanto cantautor organizado como ahora, pero al mismo tiempo la música de cantautor ha sufrido un proceso de desnacionalización, de falta de contenido propio. He escuchado a muchos con gran talento pero que solo hacen canciones comerciales, que quieren ser famosos y eso me da dolor en el alma. Desde la invasión (1989) se creó una ruptura, una dicotomía que es un reflejo del propio Estado, en el que hay recursos pero no se utilizan bien. Nuestros artistas le cantan al éxito de su propia miseria.
¿Dónde quedaron las letras con contenido social?
Es una cuestión de país. Las cosas no cambiarán hasta que nos enamoremos de un proyecto colectivo. Antes fue la lucha por la soberanía, ahora debemos construir una identidad en base a esa soberanía. Ahora, creo yo, hay como un sentimiento derrotista, que no podemos contra los problemas sociales. Debemos tener un propósito colectivo, y la música de autor debe ser punta de lanza en ese proceso.
¿Cómo es la música panameña?
Creo que no es un género en sí, sino la forma de afrontar el arte y la música. En Cuba, por ejemplo, la mayoría de las cosas son blanco o negro, pero acá tenemos mucha más variedad. La negritud en Panamá produce un aporte bicéfalo, al igual que la originaria. Eso además de las diversas culturas que han venido a Panamá a través del tiempo. Esas migraciones, entonces, le dan al país una pluriculturalidad que no tiene casi nadie. En categoría filosófica, esa cultura se ha convertido en un hecho en sí y debemos afrontar que eso es lo que somos.
¿Cómo es la ciudad de sus sueños?
Una ciudad es un organismo vivo. Debemos dejar de pensar que somos un pueblito interiorano, que es lo que aún creemos que somos, y vernos como una gran capital integrada al mundo. Necesitamos una mayor planificación, necesitamos construir una ciudad en la que todos nos imaginemos el lugar que queremos.