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Roberto A. Maduro

Autor: Moises Jurado Briceño
Foto: Pich Urdaneta

En 1997 se inauguró Museo Guggenheim Bilbao, una de las obras más asombrosas del arquitecto canadiense Frank Gehry, del cual Roberto Maduro siempre ha sido un gran admirador. Ya para esos años, quien es ahora el coordinador de Desarrollo Institucional de la Fundación Biomuseo de Panamá, llevaba más de dos décadas trabajando en marketing y publicidad, en donde llegó a ser gerente general de dos agencias publicitarias y fue el director de Mercadeo y Asuntos Corporativos de Grupo Rey. Como institución, la colorida obra de Frank Gehry le debe mucho a este notable panameño con don de gente, un explosivo sentido del humor y un gran amor por su país.

¿Cómo comenzó su relación con el Biomuseo?

Yo quedé enamorado del proyecto desde el día uno. No sólo por la parte arquitectónica, sino por el contenido que ya hoy en día tiene. Cuando estaba trabajando en el Supermercado Rey, antes que se convirtiera en grupo, en el año 2002, yo era gerente de Mercadeo y Asuntos Corporativos y recibimos de parte de la Fundación Amador unos boletos para su comprar y asistir a la cena de gala de lanzamiento del proyecto. Siempre he sido un loco por la obra de Gehry y cuando supe que iba a haber un edificio diseñado por él en Panamá me puse en extremo feliz. Me fui involucrando desde mi trabajo en el Rey poco a poco y el destino me terminó trayendo hasta este punto.

Actualmente, ¿cuáles son sus funciones y su trabajo en el Biomuseo?

No es lo mismo trabajar en un museo en construcción que en un museo que ya está en funcionamiento. Y a mí me han tocado las dos fases. Aunque desde hace un buen tiempo ya pertenecía a la junta directiva de la fundación, mi regreso (porque estuve un tiempo antes trabajando ya para la institución) en abril de 2016 fue como coordinador de Desarrollo Institucional, y va más de conseguir las donaciones respectivas. Con un museo funcionando es su relación con la comunidad, con todos sus sectores: el gobierno, las empresas, la misma ciudadanía. Desde 2017 también asumí la responsabilidad de las comunicaciones institucionales, que al final es lo que sé hacer y me hace muy feliz.

¿Cómo considera que es la relación del Biomuseo con su entorno, la ciudad?

Desde septiembre de 2018 tenemos las tres galerías que faltaban, con sus dos acuarios, la Red Viviente y Panamá es el museo; esto sin contar que estamos construyendo una sala nueva de eventos, el edificio de cuarentena, construimos dos miradores, una nueva estación en el parque… Nuestra relación con la comunidad es buena: hay mucho que comunicar, que enseñar a nuestros niños y jóvenes, siempre pensando en el museo como un espacio de interacción humana y cultural. Queremos ser ese lugar de encuentro, de intercambio entre personas e ideas.

¿Cómo ha visto el desarrollo de ciudad de Panamá en estos últimos años?

Creo que se ha hecho un gran esfuerzo por lograr un control en torno al crecimiento desproporcionado en el tema inmobiliario. Esto nos ha perjudicado mucho, sobre todo porque ha sido un caos este crecimiento y hemos descuidado aquellos aspectos humanos de la ciudad. Pienso hacia el futuro y hay mucho por hacer. Quiero una ciudad inclusiva, adonde puedas caminar y hacer vida.

¿Cómo es la Panamá que usted sueña?

Yo quisiera una Panamá verde. Hay demasiado cemento: creo que se nos ha ido la mano. Hemos tenido un total descontrol y no hemos respetado los espacios humanos y culturales que tanto necesitamos. Amo mi ciudad, pero ha crecido sin ningún tipo de respeto. La ciudad requiere de aceras, espacios para caminar, para estar, para disfrutar la cultura tan rica que tenemos. Soy optimista. Creo que ha llegado la hora de hacer cambios en torno a nosotros y lo que somos.