El legado de la Reina

Marcia Rodríguez

Autor: Luis Burón Barahona
Foto: Alexander Arosemena

El palenque de Curundú palpita cultura. Su reina, Marcia Rodríguez, se ha encargado que lo congo de este barrio siga vivo. El asentamiento negro comenzó casi al mismo tiempo que la creación de la ciudad de Panamá, pues la mayoría de los esclavos de la ciudadela vivían por allí o utilizaban el río Curundú para lavar. Desde entonces, los congos tienen allí un hogar, un legado que brota en el actuar de Rodríguez.

¿Qué significa ser congo?

Todavía hay mucha gente que se viste de congo y no sabe lo que significa. Pueden, incluso, ser descendientes de congo pero no saben lo que realmente es ser congo.
Ser congo es formación, no solo herencia, es amar tu legado. Un congo actúa diferente al resto de la gente. Es como ser dos personas al mismo tiempo. También hay mucha gente que le gusta el congo para bailar, por la ropa, pero el congo es más que eso, es organización, es comunidad, es sacrificio por los demás. En mi caso, me toca ser madre, amiga, hermana y verdugo. Llevar estas dos vidas es muy difícil.

¿Se acepta el congo como parte del folclore panameño?

Hay quienes no nos reconocen como parte del folclore. Mi mamá, Alejandrina, hizo el trabajo de ir de pueblo en pueblo llevando la cultura congo. Nuestra cultura estuvo durante mucho tiempo interpretada por el ballet folclórico, que nos sirvió para divulgar, pero también mostraba cosas que no eran del todo ciertas. En otros países le preguntaron a mi mamá que por qué ella era negra, si siempre que salía el folclore panameño era representado por bailarinas blancas.

¿Cómo ve el futuro de esta cultura?

No es muy alentador porque los folcloristas irrespetan nuestras tradiciones porque se transmiten oralmente. Cada vez es más difícil mantenerlo. Quien ve a una reina congo la quiere emular y manda a hacer su ropa y su corona y no entiende que está irrespetando un legado ancestral.

¿Cómo es la relación entre el barrio de Curundú y la cultura congo?

Esta cultura ha estado aquí desde antes que fuera corregimiento. A los muchachos les gusta, pero debido a todos los cambios en el barrio, muchas familias viejas se fueron y llegaron otras nuevas que están alejadas del congo. Esto ha ocasionado que se pierda la conexión. Antes había un congo en cada familia, ya no. Aquí todos saben bailar congo, pero no conocen la cultura; se visten y no saben siquiera lo que se ponen.

¿Existe un estigma hacia los curundeños?

Sí, y nos ha afectado mucho a todos los que vivimos aquí. Cuando llegamos a algún lugar a bailar congo y decimos que somos de Curundú, la gente enseguida guarda sus carteras y sus cosas. Decidimos entonces siempre mantener nuestra distancia, no aceptar nada, no fuese que nos culparan por algo perdido, como ya nos ha pasado. Ha sido siempre muy difícil.

¿Cómo es la Panamá de sus sueños?

Una ciudad que acepte que somos pluriétnicos y multiétnicos, que se sepa sus raíces, la información de quiénes somos y cómo nos convertimos en eso. Una ciudad que reconozca los aportes de todas las etnias que vivimos aquí. Una ciudad que deje entrar a los congos a todos los barrios, y sobretodo, una ciudad que eduque sobre la cultura congo.