El arquitecto musical
Lilo Sánchez
Autor: Luis Burón Barahona
Foto: Javier Sucre
La infancia de Lilo Sánchez, vocalista y guitarrista de Señor Loop, bien se podría resumir como un largo recorrido en bicicleta. Vivía en Parque Lefevre con su familia, pero con la bici pudo conocer la ciudad de Panamá a lo largo y ancho. Esa vida por la ciudad, cuenta él mismo, ha sido clave a la hora de escribir y componer. La ciudad como musa.
¿Cómo empezaste en la música?
En la familia de mi mamá todos tocaban, aunque ninguno de profesión. Mi tía, Tilsia de Arosemena, era experta en la lengua española y escribía tamboreras. Un día fui a su casa y su hijo tenía una batería. Me senté allí y por ahí me fui. A los 16 años por primera vez cobré por tocar. Estaba en una banda de covers y tocamos en base de gringos. En ese entonces la música panameña giraba mucho en torno a los gringos.
Aparte de la música, ¿en qué soñabas convertirte en ese entonces?
Estudié arquitectura, diseño gráfico y publicidad. Toda mi vida he trabajado de eso, aunque mi primer trabajo fuese en una arrendadora de autos. Pero de repente te das cuenta que en lo único en que te va bien es en la música y diseñas una vida que gire en torno a ella.
¿Cuál es el sonido del rock panameño?
No sé si hay, no debería haberlo. La gente debe hacer lo que le da la gana. El panameño tiene gustos musicales amplios. Mucha gente percibe a Señor Loop como rock, pero no somos eso, simplemente somos unos tipos de Panamá. Aquí andamos así, al garete y sin encasillarnos.
¿Cómo está el nivel del rock nacional?
Aunque uno vea en las redes sociales que hay mucho movimiento, la realidad es que no hay mucho pasando. No hay dónde tocar. Para el rock, al menos. Faltan actividades públicas, festivales. Hay una falta de billete para la música independiente.
¿Cómo influyen las redes sociales en la música de hoy?
Unos la aman, otros la odian. Es una locura. Tiene sus partes buenas. Tú vas sembrando semillas con gente que conoces y de repente tienes mil seguidores que van a escuchar las cosas que publicas. Eso antes no se podía. Antes todo funcionaba, en Panamá, a través de clanes. Ahora hay una mayor apertura. Falta más organización, pensar la música como negocio.
¿Qué tanto influye la ciudad de Panamá en la música local?
Gran parte de las canciones son memoria histórica. Falta, eso sí, que tengamos más contacto con la ciudad. Nos quedamos mucho en casa para evitar el estrés que hay en nuestras calles. Muchos de mi generación no salen y eso también aparece en algunos temas. A mí me sirve que mis hijos me ayudan a salir mucho.
¿Cómo es la Panamá de tus sueños?
Más que hacer, creo que habría que deshacer. Mi ciudad ideal sería con más espacios públicos, una ciudad en la que no estemos aislados entre nosotros mismos, con más interacción entre los ciudadanos.