Referente del rock panameño

Leonte Bordanea

Autor: José María Torrijos Legazpi
Foto: Javier Sucre

A Leonte lo encuentras en la calle, en los teatros o en los bares como si fuera otro más. Y, sin embargo, no lo es: tiene una de las voces más privilegiadas del rock panameño, fue protagonista del revival del género en la década de los 90. Con los años, también se convirtió en actor y bailarín. Partió a España y allá logró algo jamás pensado: después de varios roles en la obra, se convirtió en el protagonista de Hoy no me puedo levantar, el musical de Nacho Cano sobre la legendaria banda Mecano. Con ese gran logro, retornó a esta ciudad, continuó haciendo música, teatro y cine, como cualquier otro artista. ¡Para colmo, se sorprende cuando las generaciones más recientes lo tratan con el respeto que se merece cualquier institución!

Eres colonense, ¿cuál es tu primera referencia sobre la ciudad de Panamá?

Panamá fue mi “gran ciudad”. Lo que Nueva York (Estados Unidos) representa para otros, eso era para mí la ciudad de Panamá. Era un chico de Colón que creció en una finca y siempre quiso tener un grupo de rock y triunfar. Para mí llegar a la ciudad fue… no sé… el chico que no conoce los grandes espacios, los bares de noche y tal. Todo eso era un logro, triunfar en la ciudad era un gran logro.

Tres sonidos que, al escucharlos, te traen la ciudad a la mente.

Te diría, lógicamente, que los sonidos del tráfico; los ascensores cuando entras a la ciudad. La verdad es que me iría más por olores que por sonidos; sin embargo, diré que el sonido de la música cuando entro a un bar.

¿Qué olores te evocan a la ciudad de Panamá?

El del concreto húmedo. Así como la hierba, me gusta el olor del concreto mojado, cuando llueve y se levanta el calor. Eso es la ciudad, más que el humo del cigarrillo u otra cosa: el concreto húmedo. La humedad de Panamá.

¿La ciudad de Panamá aprecia su arte?

Creo que está aprendiendo a apreciarla más ahora. El panameño siempre ha apreciado todo lo que es típico. Eso nunca ha sido ajeno al panameño. El arte vernacular siempre ha sido valorado. Creo que son las otras expresiones de arte las que conside-ramos elitistas. Ahora se les está dando su valor. Son los extranjeros los que están haciendo que nos veamos en ese espejo. Incluso, hasta lo defendemos más por eso.

¿Qué rol juega el rock en la ciudad de Panamá?

Sigue siendo una minoría. Sin hacernos las víctimas: es normal que, en un país caribeño, todo lo que sea fusión es lo que funcione de buenas a primeras. El rock purista nunca será vanagloriado como en ciudades como Buenos Aires (Argentina) o Madrid (España). El rock juega un papel importante en minorías muy, muy, comprometidas a muy alto nivel con el género. Todos los que somos músicos rock, lo somos desde que empezamos y lo seguimos siendo. No se traiciona. Se lo seguimos inyectando a la ciudad. A mis 46 años, los que estaban conmigo y antes que yo, seguiremos en lo mismo. Los que vienen después también.

¿La ciudad es agradecida con quienes la forjan?

Lo está siendo. Creo que por el gran número de migrantes. Ahora se nos valora un poco más. Me cuido mucho de la vanidad, tratando de ser objetivo con quienes estábamos en los años 80 y 90, actualmente se expone de una manera mucho más respetuosa. El rock está caminando. Las nuevas generaciones y el público nos tratan con más respeto. A veces con demasiado y nos hacen sentir viejos, pero es lo que hay.

¿El teatro de la ciudad de Panamá tiene identidad propia?

¡Esa está dura! Creo que todavía estamos en una búsqueda. Hay quienes han trabajado desde hace muchos años en una identidad propia; pero no está del todo arraigado. El teatro, hoy por hoy, es de muchos enlatados (obras traídas de afuera y escenificadas tal cual vinieron de otros lugares). Se están escribiendo muchísimas obras panameñas de calidad; pero aún hay mucho más enlatado de lo que nos gustaría.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

¡Qué curioso! Todos soñamos que, en algún momento, existiera un Ministerio de Cultura. Se hablaba de este ministerio desde que tenía 17 años de edad. Cuando me fui al exterior y les hablaba del Instituto Nacional de Cultura, todos se sorprendían de que no tuviéramos un ministerio. Esta ciudad del futuro empieza por elevar el nivel de cultura. Con el ministerio, tengo la esperanza de que aquí y en el extranjero se vea que hay mayor organización y seriedad. Es una ciudad muy joven, 500 años no son nada. Me siento muy orgulloso de los pasos que se han dado. Si no fuera por la corrupción y el mal uso de fondos estaríamos mejor; pero lo que viene pinta muy bien. Tengo mucha fe de que todo saldrá muy bien.