el teorema del educador irreverente

José Alejandro Rodríguez

Autor: Daniela Truzman
Foto: Luis Cantillo

José Alejandro Rodríguez, conocido también como Jackson, está lleno de entusiasmo y energía. Aunque carga sobre su espalda la responsabilidad de haber sido elegido en el año 2018 uno de los 10 jóvenes líderes emergentes en el mundo por el Departamento de Estado norteamericano, camina ligero. Lleva con orgullo el reto que asumió desde muy temprana edad: él quiere cambiar la educación de Panamá. Motivado por la amenaza del cambio climático, decidió estudiar ingeniería en energía y ambiente, pero su pasión por enseñar lo llevó a sumarse a Ayudinga, un proyecto educativo que plantea explicarle a otros jóvenes materias como física, química y matemáticas de una manera distinta.

¿Cuándo te diste cuenta de que podías incidir positivamente en otras personas?

Yo era muy nerdo en la escuela. Veía una serie que se llamaba El mundo de Beakman, que se trataba de este científico loco que explicaba cosas de ciencia súper chéveres. Ese fue mi profesor. A los 16 años de edad me propuse ser “el Beakman negro” de mi escuela. Me vestí con una bata de laboratorio y puse a todos los pelao’s de primaria a hacer experimentos científicos conmigo. Después, en mi primer año en la Universidad Tecnológica de Panamá, representé a Panamá en la Cumbre Joven de las Américas. Ahí conocí a mi amigo y socio Johel Batista. Él ya tenía el proyecto de Ayudinga. Hablamos, fuimos a visitar una escuela y después de eso dijimos: “¿Oye, sabes una cosa? ¡Vamos a cambiar la educación!” Johel tenía un cuartito en su casa, la cámara y las luces y yo tenía una tarjeta de Metrobus que me llevaba a todos lados. Empezamos a hacer videos. Sacrificamos todo nuestro verano para darle de lleno al proyecto. Grabamos unos 500 videos en dos meses, una locura.

¿Tu amor por la educación fue alimentado en la escuela?

Ya la educación había incidido en mí por medio de Beakman, no por la escuela. Yo pasé todo siendo cuadro de honor sin inspiración alguna. No salí queriendo cambiar al mundo, salí queriendo sacar cinco.

¿Cómo preparas tus clases?

Es una combinación entre planeación e improvisación, porque tengo 10 minutos para enamorar a un muchacho de algo que detesta, como el álgebra. ¿Cómo le explico esto de una manera amena? Voy a dar la clase como a mí me hubiera gustado que me la dieran. Me sentaba a ver libros y me ponía a revisar Internet, me nutría durante tres horas con toda la información que estaba a mi alcance. Cuando la parte matemática estaba lista, comenzaba a meterle ponchera y demencia: un chiste, una analogía. Pero también había improvisación, como que me lanzaban una lonchera en la cabeza.

¿Sientes responsabilidad por haber sido nombrado un líder emergente?

Llevo en mí el peso de los papás que quieren una mejor educación para sus hijos y que por sus trabajos a veces no les da tiempo de estar del todo involucrados. O sea, ellos quieren que sus hijos cumplan todos sus sueños.

Pero eso no pasó contigo, tienes un origen humilde.

Yo nací en Santa Ana, es un barrio duro. Estuve ahí durante mi niñez. Mi papá y mi mamá trabajaban por mí y yo hacía lo que tenía que hacer que era estudiar. Ese sentimiento de mis papás es común en la mayoría de los padres. Solo que no todos pueden migrar de esos entornos. Yo siento en mis hombros a cada padre, cada madre que quiere ver a su hijo graduado, siendo alguien, echando pa’ ‘lante.

¿Eso te impulsa o te da miedo?

¡Me motiva! Me recuerda que me metí en una calle en la que no puedo echar para atrás. Me hace recordar que la misma educación que yo tuve, a media hora no la está teniendo un pelao’ de mi misma edad. No puedo parar lo que ya descubrí que está tan profundamente roto. No puedo quedarme esperando a ver quién hace algo.

¿Cómo harías para enseñarle a las personas a ser mejores ciudadanos?

Les diría a los adultos que sean héroes de cada niño que tengan cerca. Un niño aprende lo que ve, su entorno, las personas que tiene cerca. Yo quiero que él vea héroes en su vida. Cuando tú ves héroes a tu alrededor, quieres ser como ellos.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Una Panamá que contra viento y marea ponga a la educación de sus niños como bandera, que se puedan caer los edificios, pero que entre todo lo que pueda pasar, se levante poniendo la educación de sus niños primero.