HEREDERA DE LA HISTORIA

Ana Elena Porras

Autor: José María Torrijos Legazpi
Foto: Javier Sucre

Antropóloga e historiadora, Ana Elena Porras Guizado, lleva el linaje de dos apellidos vitales para la vida nacional de Panamá durante el siglo pasado. Buscando su propio camino, la también docente se ha destacado en la senda humanista, procurando la conservación de la historia panameña y el registro de sus costumbres y cultura. Haciendo gala de una vena política muy marcada, incluso, ha incursionado en la política. La visión de una persona que no solo conoce la historia de Panamá, sino que ha visto de primera línea cómo esta se ha ido desarrollando.

¿Cuál es el recuerdo más viejo que tiene de la ciudad?

La más antigua me sitúa en la loma de La Cresta, en el balcón de la casa de Don Alejandro Ferrer, donde vivía temporalmente mi abuelita María Paredes de Guizado. Allí estoy sentada en panty, empolvada y fresquita mirando hacia la calle, sorprendida por el silbato del afilador de cuchillos que pasaba en ese momento y que yo confundía con algún tipo de pájaro. Mi mamá me explicó que eran los años entre 1955 y 1958, y que yo debía tener como tres años entonces. Otro muy antiguo es con mi otra abuela, Alicia Castro de Porras, en su casa en la esquina de Calle Colombia y Vía España (que fue derribada años después a su muerte). Recuerdo estar en su regazo, mientras ella peinaba mis crespitos, y que mi hermana Alicia aprendía a bailar el chachachá con mis primas Marce y Angélica Porras.

Antropóloga e historiadora; ¿cómo incide su formación en la manera en que observa y siente a la ciudad?

Los sentidos, las emociones y la conciencia de mí misma siempre anteceden al raciocinio y al análisis. Soy persona antes que historiadora y antropóloga. Inmediatamente después de asombrarme o no por familiaridad con lo cotidiano, el pensamiento intenta ordenar y explicar la información que llega a los sentidos y a la conciencia. Lo primero que experimento como habitante de mi ciudad, desde Bella Vista, es la destrucción de su hermoso diseño original de casas y edificios bellavistinos o art deco. Esto me sorprende negativamente hasta la indignación, porque se destruyen joyas urbanas y un diseño armonioso para reemplazarlos por elementos casi siempre de menor valor arquitectónico y urbano. Por su parte, la Cinta Costera, con sus espacios verdes y lúdicos son hermosos y los disfruto, a pesar de conocer sobre la corrupción y consecuencias ambientales de esta obra, que me generan sentimientos encontrados. Me sorprendo también al descubrir que los centros comerciales reemplazan a las plazas y a los parques de la ciudad, lo cual debemos repensar para beneficio de la comunidad.

¿La ciudad tiene una deuda con su propio pasado?

Definitivamente. En especial en los barrios de Bella Vista, Santa Ana, Obarrio, San Francisco, áreas revertidas, en especial Ancón. Inversamente, se ha avanzado en la recuperación del Casco Antiguo (con gentrificación) y de las ruinas de Panamá Viejo. Hay que reconocer que, paralelamente a los panameños que destruyen el pasado urbano para construir lo nuevo, existen también panameños con sentido sostenible entre el futuro y el pasado.

¿El citadino tiene sentido de pertenencia?

Los panameños somos plurales y diversos. Hay panameños que ensucian, derriban, destruyen y vandalizan la ciudad, pero también observo que proliferan las asociaciones de amigos de barrios, que se mantiene la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA) como bastión independiente en defensa de los derechos de la ciudad, los patro-natos para museos y sitios urbanos históricos; en fin, una sociedad civil cada vez más alerta, organizada y crítica.

¿Cómo es la Panamá que sueña?

Un país con múltiples ciudades intercomunicadas por trenes eléctricos, que la ciudad de Panamá construya de manera planificada y con la mayor calidad arquitectónica y artística bajo parámetros del urbanismo. Una ciudad limpia, que recicla, con un transporte público eficiente, que ofrezca baños públicos y bibliotecas a los usuarios. Autos eléctricos, sin ruidos ni contaminación ambiental, centros comerciales con energía solar y con áreas para conciertos y exhibiciones artísticas. Ciudades que sepan conservar sus barrios históricos, jardines, paseos y plazas mientras construyen áreas nuevas para el futuro y la modernidad.