La búsqueda de nuestra propia forma de hacer cine

Isabella Gálvez

Autor: Daniel Molina
Foto: Gustavo Ledezma

Isabella Gálvez es productora y fundadora de la Fundación Mente Pública. Forma parte de la producción del Festival de Cine Pobre Panalandia. Es instructora de producción audiovisual en universidades y comunidades. Estudió Producción Radial y Televisiva en la Universidad de Panamá y tiene una maestría en Realización Documental de la Escuela de Barcelona. Produjo los documentales Caos en la ciudad y La felicidad del sonido, del Fondo Doctv, y el largo de ficción Kenke. Trabaja en la ficción centroamericana Días de luz y en el documental Volar a ciegas, entre otros.

Qué ciudad nos revela el cine producido por Mente Pública?

Desde el inicio en Mente Pública nos ha motivado producir un cine que al representar nuestra realidad, genere reflexión y debate. En 2012, a través de la realización de Caos en la ciudad, exploramos una ciudad de Panamá con la capacidad económica de ser equitativa pero condicionada a la desigualdad de oportunidades. Una ciudad cuya línea de desarrollo ha sido el desalojo de sus habitantes para convertirla en un sitio exclusivo donde se ofrece calidad de vida a quienes pueden pagar el costo. En 2015 sentimos la necesidad de retratar otro cuadro de la sociedad panameña, la doble moral. Kenke, a pesar de que su nombre se refiere la marihuana, no se limita a eso, es una película que busca jugar con esa doble moral en la que estamos inmersos sin siquiera darnos cuenta. Hasta la fecha hay personas que buscan la manera de ver la película aclarando que no la vieron en salas de cine por temor a ser vistos entrando a una sala con el cartel de Kenke.

¿Cuál ha sido el recibimiento del proyecto Cine al aire libre en la capital?

Cine al aire libre nos lleva a conocer realidades desde la mirada de quienes la viven y para los participantes queda siendo una oportunidad de contar lo que realmente quieran sin condicionamientos. Cuando creamos el programa en 2010 era solo una gira de proyecciones de cine, luego nos dimos cuenta de que lo que más nos importaba era que esas producciones fueran creadas en las mismas comunidades. Cada barrio dentro del Municipio de Panamá tiene sus propias características y siempre es interesante analizar cuáles son esos rasgos que los distinguen. Ya cuando los participantes escriben su historia, se crea naturalmente un compromiso con el proceso de realización y los vecinos del barrio, por más escépticos que puedan parecer al principio, quedan colaborando, ofreciendo sus casas como locaciones, participando como actores y como público cuando se realizan las funcione en las que se estrenan sus producciones y se presentan otras producciones panameñas. En el 2018 quisimos llevar la experiencia más allá, creando el proyecto de la Carpa de Cine de Curundú, un punto de encuentro permanente donde la comunidad pueda compartir un programa de exhibición cinematográfica y otras manifestaciones artísticas.

¿Cuál es el principal desafío para el cine en la capital?

Para mí, el principal desafío para el cine en la capital es dejar de creernos lo que no somos, dejar de imitar, siento que esto cuesta mucho más en la capital que en el resto de comunidades del país que hemos visitado con el proyecto. Considero que nos hace falta ser más conscientes de lo que producimos e ir buscando nuestra propia forma de hacer cine.

¿Cómo es la ciudad de Panamá de tus sueños?

Sueño con una ciudad donde se pueda caminar, no solo en las áreas comerciales sino en todo el territorio que comprende el municipio, todos los barrios merecen la misma calidad de vida. Donde los ciudadanos entiendan que los peatones caminan largas distancias bajo el sol y/o lluvia; que les den paso. Que las diferentes zonas de la ciudad tengan las herramientas para crear sus propios programas culturales que puedan sostenerse en el tiempo y tengan espacios públicos donde compartir la comunidad.