Un museo de la panameñidad

Guillermina de Gracia

Autor: Samantha De León
Foto: Javier Sucre

Guillermina de Gracia es antropóloga, museóloga y fundadora de la Asociación de Antropología e Historia de Panamá. Hace de las bibliotecas su oficina y de la observación en el transporte público, su trabajo de campo. Entre modestia y cotidianidad, cuesta hacerle reconocer su aporte a la ciudad. Pero basta conversar con ella solo un poco para que su experiencia la delate.

¿Cuál fue tu primera experiencia con Panamá?

Yo soy coclesana, riograndeña, pero esta ciudad me ha dado mucho. La primera vez que vine, tenía 10 años de edad, estaba en sexto grado y recuerdo perfectamente el puente, la 5 de Mayo y entrar al Museo Antropológico. Recuerdo los pasillos, la sala de oro, el cuarto oscuro, emocionarme, y ¡boom! las piezas de Sitio Conte de Río Grande de Penonomé. Eso fue para mí como: “¡En mi pueblo, al lado de mi casa hay un sitio conocido por su arqueología, que yo no conozco, del que nunca me han hablado!” Sitio Conte literalmente es el patio trasero de mi casa, está a tres kilómetros. Y nosotros de pequeños íbamos a buscar leña, a caminar, a pescar, a bañarnos en una quebrada que quedaba cerca. Yo no sé si soy museóloga por eso, pero sí sé que eso me marcó. Muy joven supe que quería ser historiadora. (…) Esa fue mi primera experiencia con la ciudad, en un museo.

Si personificáramos el museo panameño, ¿cómo sería?

Debería tener el temple de la dra. Reina Torres de Araúz, la gestión de Julieta de Arango, y la tenacidad de la profesora Marcela Camargo. Son mujeres que me han marcado en la gestión del patrimonio, y son personas que han logrado arar en el mar. Si la pobre Reina Torres estuviera viva… debe estar revolcándose en su tumba, porque creo que costó mucho hacer lo que hizo. Mi pregunta es si estuvimos bien, ¿por qué estamos así? Muchos dicen que fue muy difícil después de la invasión levantar cabeza. (…) Todas mis investigaciones, averiguaciones y entrevistas me dicen que eso fue un golpe duro a la ciudad y al museo.

¿Cómo crece Panamá con las ciencias sociales?

Las ciencias sociales están para entendernos. Entender por qué somos así. Estamos todo el rato con la panameñidad, pero ¿la entendemos? Como antropólogo yo estoy muy abierta a observar, a aprender, a agarrar, nos entrenan para eso. Tuve maestros como Francisco Herrera, que nos enseñaba a observar. Yo me venía en mi bus y me ponía a obser-var y llevaba mi diario de campo. Ahora, hago lo mismo, me subo al bus, veo gente sin tarjeta, y veo otra gente con tarjeta que se levanta a poner la tarjeta. La solidaridad panameña es brutal. Mi mamá me enseñaba: “¿Quién es tu hermano? Tu vecino más cercano”. Cuando viví en Valladolid, a mi vecino nunca lo veía. Saber que tu vecino está ahí, ese cuido mutuo, eso es una cosa que no sé si se está perdiendo, pero sí la veo en los buses. Deberíamos potenciar lo bueno. No quiero ser idílica, ni ñoña, pero creo que siempre estamos potenciando lo malo. Y la ciudad ha crecido como ha podido y la gente se ha mezclado; pero mantiene sus características peculiares, aparte del calor, el saborcito panameño.

¿Cómo es la ciudad de Panamá que sueñas?

Con muchos museos (risas). No, mentira. Con uno bien hecho. Yo sueño un buen museo nacional. Si Costa Rica y Colombia han podido… Aunque Panamá Viejo es un buen museo, pero tiene la temática de Panamá Viejo, no le puedes pedir que agarre trabajo que no es de él. Yo sueño con un buen museo nacional.