Por una ciudad más limpia y más sana

Diana Raquel Remón Vásquez

Autor: Mónica Guardia
Foto: Pich Urdaneta

Graduada como ingeniera química del Pennsylvania State University, Estados Unidos (2013), y del EADA Business School, Barcelona, España (2017), donde obtuvo un MBA. Inició su carrera profesional con el Programa Saneamiento de Panamá, en la cual, gracias a su profesionalismo y perseverancia, se le han dado cada vez más responsabilidades. Actualmente es administradora de contratos de la Sección de Operación y Mantenimiento de los Sistemas de Alcantarillado Sanitario. En el año 2015, ganó una beca del gobierno de Japón para estudiar por dos meses las tecnologías de tratamiento de aguas residuales utilizadas en este país y la manera como estas pueden ser aplicadas en un país en vías de desarrollo.

¿Cómo recuerdas a la ciudad de Panamá en tu infancia?

Era mucho más pequeña que ahora, con menos edificios y más casas residenciales con jardines.

¿Desde cuándo tuviste conciencia de la cotaminación de la bahía?

De niña, recuerdo vívidamente el fuerte mal olor que se sentía cuando uno recorría la Avenida Balboa, incluso con las ventanas del auto cerradas. Yo le preguntaba a mis padres sobre la razón de estos olores y ellos me explicaban que se debía a la contaminación de las aguas servidas.

¿Podrías explicar en términos sencillos qué tipo de procedimientos se están usando para limpiar la bahía?

Se han construido alrededor de 280 kms de redes de alcantarillado sanitario en los distritos de Panamá y San Miguelito, los cuales dirigen las aguas a través de colectoras sanitarias y el sistema interceptor hacia la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Juan Díaz. Aquí, las aguas son tratadas a través de un proceso biológico que consiste en inyectar oxígeno de manera intermitente para desintegrar la materia orgánica. Luego las aguas son desinfectadas con cloro y descargadas a los cuerpos de agua para últimamente ser descargadas a la Bahía.
Hoy, cada segundo del día, se recolectan y tratan dos mil 800 litros de aguas residuales (esto equivale a la cantidad de agua en 100 piscinas olímpicas) de la ciudad de Panamá, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de más de un millón de habitantes.

¿Llegará el momento en que la Avenida Balboa llegue a tener una playa turística? ¿Para qué fecha podría ocurrir?

Depende del nivel de colaboración de los ciudadanos. Si los habitantes de la ciudad toman conciencia y no continúan arrojando basura o sustancias inadecuadas a los cuerpos de agua, y se sigue con el tratamiento de las aguas, me atrevo a estimar que en aproximadamente 20 años podremos disfrutar de una playa turística. Pero esto es solamente una predicción.

¿Qué implicaciones va a tener esa limpieza para los habitantes, y para la fauna marina y las aves?

Ya estamos sintiendo los beneficios del saneamiento. Muchos ciudadanos han comentado que ha mejorado su calidad de vida al disminuir los olores, lo cual permite hoy en día disfrutar de una Cinta Costera en la Avenida Balboa, donde las personas practican actividades al aire libre y las familias disfrutan cómodamente sus ratos de ocio con sus seres queridos.
Con respecto a la fauna marina y las aves, podemos apreciar ya los cambios positivos. Menciono el ejemplo del Río Matías Hernández, donde se pueden ver claramente los peces y flora marina cuando antes era imposible debido a la contaminación. A medida que se van limpiando los cuerpos de aguas y que estos reciban descargas aptas y con las condiciones adecuadas, más beneficios directos habrá tanto como para los ciudadanos como para las aves y la fauna marina.

¿Cómo es la ciudad de tus sueños?

En esta etapa de mi vida me atrevo a decir que estoy enamorada de la ciudad de Panamá. Algo que encuentro aquí que no he encontrado en otros lugares es un verdadero crisol de razas que nos permite intercambiar experiencias con personas de distintas nacionalidades, disfrutar de variedades culinarias y actividades de ocio que tienen un toque multicultural. Esto es algo que he aprendido a apreciar a través de los años.