Una mejor educación como la cura de nuestros problemas

Ricardo McPherson

Autor: Moises Jurado Briceño
Foto: Luis Cantillo

El profesor Ricardo McPherson muestra un semblante sonriente y sereno, siempre en una actitud abierta hacia lo que ha de venir. En su área, las finanzas, lleva una gran preparación en conjunto a su actividad docente: es licenciado en Comercio de la Universidad de Panamá con especialización en Finanzas y contador público, con un posgrado en Alta Gerencia y un doctorado en Finanzas y Economía Corporativa de la Universidad Europea de Madrid. Comenzó en la Fundación para el Desarrollo Sostenible (FUNDES); allí capacitó y formó a varias generaciones de emprendedores panameños. Después de su paso por el sector de las finanzas y de ser docente, pasó a trabajar en plan directivo en la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (ULACYT), y una vez que esta fue fusionada con la Universidad Interamericana de Panamá se convirtió en decano de postgrado. McPherson siempre supo combinar sus extensos conocimientos del mundo empresarial, la docencia y la administración educativa, convirtiéndose en un destacado personaje de la academia panameña.

¿Cómo visualiza usted la historia y el desarrollo de la educación en Panamá?

Muchos consideramos que es poco lo que hemos avanzado en materia de educación, pero esto tiene antecedentes, pues hay una historia detrás de todo esto como nación. Con el rechazo a la Reforma de la Educación en 1979, el país se sumerge en un mar de deficiencias, de una educación mediocre y esto tenemos que reconocerlo, porque si no reconocemos lo que pasó históricamente no podemos avanzar. En los indicadores internacionales sale Panamá marcado como uno de los países con los índices más bajos en cuanto a calidad de la educación. La educación se ha ido privatizando con el tiempo, al punto que, estamos formando a dos tipos de panameños distintos. Para el que la pueda pagar, una educación privilegiada; y para aquel no puede, una educación deficiente. Las mejores oportunidades de vida, empleo, entre otros, las están recibiendo aquellos cuyos padres pueden pagar esta educación, en todos los niveles.

¿Cuál cree que ha sido su aporte más importante en la educación de Panamá?

Yo me incorporo al ámbito de la docencia a tiempo completo en el 2004, después de haber estado 30 años trabajando en el sector indus-trial en direcciones financieras. Recuerdo mis comienzos en FUNDES donde mis responsabilidades estaban en capacitar a la gente, darle las herramientas para prosperar. Era estar contacto con emprendedores que tenían ganas de progresar y no sabían cómo. Aun en el sector de finanzas siempre he sido docente en maestría, y esto me ha servido como puente para la administración de la educación superior. Yo siento que fui parte de una generación que pudo aprovechar la buena calidad de la educación pública de aquel entonces. Hay dos temas que aprendí en esa época: el docente debe estar comprometido, y hay una responsabilidad compartida, pues no es solo de los gobiernos, es de toda la sociedad. Debemos formar mejor desde el hogar, hay una formación en la familia que no te la sustituye la formación institucional; una educación en valores. Yo como docente siempre he tratado de transmitir esto. Hay una sola manera de mejorar tu nivel de vida, y es a través de la educación. Siento que como docente esa fue mi mayor responsabilidad.

¿Cómo es la Panamá que sueña?

Yo sueño con una ciudad más responsable con la seguridad de todos los que la habitamos. Responsable con la conservación de los recursos naturales, con la imagen que debe guardar el servidor público. No una ciudad de rascacielos o estructuras. Así yo veo el futuro. No va a ser fácil pues la parte de mejorar la calidad de vida de la gente es más difícil.
Sueño con eso y creo que lo vamos a lograr.