Impulsar la educación y apostar por los jóvenes como canon de vida
Plinio Castillo
Autor: David Alejandro Chacón
Foto: Luis Cantillo
En 1988 fue nombrado coordinador del sistema de Pequeñas Ligas en Panamá. Tres años después, y gracias a una encomiable labor, fue reconocido como Hijo Meritorio de la Ciudad. Plinio Castillo Ruiz ha dedicado más de 30 calendarios al juego de sus amores, sin ser el primero que practicó y jugó a nivel de selecciones; como sí fue el caso del fútbol. Está convencido de que a través del deporte se puede construir una mejor sociedad, con jóvenes disciplinados, respetuosos y con más amor por los colores patrios. Prefiere resaltar los valores que se ven en un terreno de juego antes de hablar del talento para jugar al profesional de determinado jugador, ya que esa no es la esencia de este proyecto, que agrupa a más de 12 mil infantes en el país.
¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo?
Ver a los muchachos jugando pelota de manera limpia; ver el esfuerzo que hacen para que su equipo logre el éxito. También me complace percibir el sentimiento de vergüenza deportiva, porque cuando el muchacho sale derrotado, también aprende, incluso más, porque se le explica que a partir de esa derrota puede trabajar más y obtener otros éxitos.
¿Han cambiado vidas desde las Pequeñas Ligas?
Seguro que sí. Hay muchachos de los barrios más peligrosos de la ciudad que se han unido a nuestro sistema y dejaron de estar en la calle. Ahora son personas de bien y agradecen haberse unido con nosotros. Varios de ellos, incluso, han llegado a jugar en las Grandes Ligas.
¿Recuerda algunos casos?
Muchísimos, esto no es cuento, es una realidad que cada vez suma más adeptos. Hay un caso que recuerdo de un muchacho que llamábamos “El Lombriciento” porque llegó por primera vez al estadio con una barriga extraña y le buscamos ayuda médica. Hoy en día es técnico en Grandes Ligas.
Si le regalan una varita mágica para ayudar al sistema que dirige, ¿qué haría?
La aplicaría con mucha fuerza para que el aporte que nos llega sea mucho mejor. Este sistema, con una mayor proyección, puede ayudar de manera incalculable a la sociedad. Creamos muchachos de bien, niños con futuro y esa es la clave de cualquier ciudad.
¿Cambiar vidas a través del béisbol?
La grandeza de este deporte, que muchos lo ven como aburrido, lento, es su esencia. Fijarse en los detalles, pensar, analizar, ser disciplinado y eso, no tengo la menor duda, ayuda al desarrollo de cualquier persona, sobre todos niños que están comenzando a vivir.
¿Por qué tanto amor y trabajo por la niñez de su ciudad?
Dios me puso aquí por algo. Mira esta casualidad: mi primer trabajo fue como seguridad en los Juegos Centro-americanos y del Caribe en 1970 (en Panamá) y me asignaron al campo de béisbol. Desde entonces estoy relacionado y enamorado de este deporte en toda su esencia. A lo largo de mi carrera he visto cambiar vidas, y eso, desde donde se quiera ver, no tiene precio.
¿Cómo es la Panamá que sueña?
Una con centros deportivos aptos para el desarrollo del deporte nacional, en específico de las categorías menores. Una ciudad llena de deportes, de recreación, pero de manera dirigida. No hacer estadios para que los niños se aparezcan y ya, esa no es la idea, pues el objetivo es que cuenten con profesionales que los apoyen.