Impulsar la educación y apostar por los jóvenes como canon de vida

Nivia Rossana Castrellón

Autor: José María Torrijos Legazpi
Foto: Gustavo Ledezma

Siempre será vista acompañada por jóvenes, a quienes impulsa a cumplir con sus metas y proyectos. La mayoría de las veces enfocados en temas educativos, relacionados con aspectos de igualdad social. Con el paso de los años, se ha vuelto una de las voces que más insisten en que la educación es la clave para el progreso de la sociedad panameña y, desde Unidos por la Educación, así como por iniciativa propia, se ha convertido en un referente en estos temas, una constante que pretende evidenciar lo que muchos prefieren obviar: sin educación, todo el futuro pende de un hilo.

¿Cuánto influye la ciudad de Panamá en la educación de las personas?

La ciudad de Panamá es un libro abierto que se escribe, desescribe y reescribe. Panamá es pasado, presente y futuro. Si pudiera comparar la ciudad a un libro, sería uno de historia. La teoría de la educación advierte que el contexto es maestro. Por ende, la ciudad es educadora. La ciudad de Panamá ha ganado y perdido en el tiempo: entendemos más de nuestra historia gracias a las 150 mil hectáreas de agua y tierras recuperadas con la reversión de las áreas aledañas al Canal. Obviamos nuestros retos sociales y nos segregamos más. Se esconde la necesidad detrás de corredores y murallas. Para que la ciudad eduque, debe contextualizarse el aprendizaje. Una ciudad cosmopolita como Panamá es el entorno ideal para aprender idiomas, Derechos Humanos, biología, ciencias naturales y educación ambiental. La diversión que brinda la ciudad refuerza la educación de sus habitantes y sus prioridades. ¡Basta ver el Parque Omar todos los días de la semana! Cómo diría mi madre: menos bares y cantinas; más bibliotecas, canchas de juego, parques y plazas; más espacios convergentes para la tertulia de miradas a los ojos. Menos chats, redes y Whatsapp. Más contacto entre los panameños; reales o virtuales, menos murallas.

¿Es la educación la deuda pendiente de esta ciudad con sus habitantes?

Una ciudad, con riqueza de patrimonios inmateriales de la humanidad, desdeñosa, le da la espalda a su pasado y, a veces, se le olvidan sus raíces. Infravaloramos el homenaje vivo a la biodiversidad que somos; olvidamos nuestro gen anfictiónico y nos dejamos seducir por las masas de cemento en forma de tornillo o por caprichosas olas de cristal. No importa. Panamá ha dejado de educar en soberanía, desde los senderos, parques y veredas. Hoy, la cultura del mall no ayuda. Somos consumistas. Nuestro pasado y presente de gran bazar del mundo sale a relucir. Tanto por enseñar, Panamá, y tan poco deseo de aprender. ¿Cuándo haremos la ruta de la soberanía desde el glorioso Nido de Águilas, hasta el antiguo Balboa High School? ¿Cuándo caminaremos de nuevo la Avenida Central, mientras, insistentes, nos conminan a entrar a comercios vetustos y atestados de mercancía? No hay epílogo para Panamá. Su gran reto es que respeten sus escuelas, como lo que son, templos.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Sueño con que vuelva a ser Panamá la verde, una ciudad de energías limpias y de copiosos aguaceros con alcantarillados que no inunden calles y aceras, con parques y esculturas, teatro callejero, música en las esquinas y conciertos, quiero más espacios compartidos entre todos los panameños, plazas y senderos; quiero que cada paname-ño conozca la hermosa historia del edificio que tiene enfrente, que sea una ciudad para caminar, con espacios comunes, seguridad y olor a salitre y mar; quiero imaginarme a Vasco Núñez de Balboa mirando el Mar del Sur en 100 años y pensar que seguirá siendo mi bien amada, la siempre libre y bella Panamá.