Ciudadano sin límites

Juanpi Dolande

Autor: Daniela Truzman
Foto: Luis Cantillo

A Juan Manuel Dolande, Juanpi, las personas suelen reconocerlo en la calle. Lo saludan con cariño y él se asegura siempre de devolver el gesto. Desde lejos, su silla de ruedas lo distingue en la multitud. A distancia corta es la forma cómo concibe su discapacidad física lo que lo separa del montón. Juanpi nació prematuro en un parto con complicaciones. La imposibilidad de respirar bien le ocasionó múltiples paros cardiorespiratorios durante sus primeras horas de vida que trajeron como resultado distintas lesiones cerebrales que afectaron su desarrollo motriz. A pesar de los diagnósticos poco alentadores, su voluntad y la de su familia le ha impulsado a ir tras sus sueños. Fue el niño símbolo del McDía Feliz en 2010, tiene larga experiencia como DJ en radio, es conferencista, e incluso se convirtió en escritor con los libros Te cambio todos tus problemas por un día de mi vida y La quinta vida de Diana.

¿Cómo comenzó tu labor de concientización sobre la situación de la ciudad con respecto a las personas con discapacidad?

Fue un mensaje divino. A mí jamás me habían llamado para asistir a estos foros de ingenieros y arquitectos y un día me invitaron para que contara cómo era la movilidad en la ciudad para personas con discapacidad y mi equipo me dice: “Tenemos que hacer algo, un video, para que lleves a exponer”. Grabamos mi recorrido por un tramo desde la esquina de Multiplaza. Íbamos a utilizar el video solo para la exposición, pero la persona que me ayuda con las redes sociales lo subió a Internet. A las dos horas noté que todo el mundo me llamaba. El video había alcanzado medio millón de visitas. Me contactaron los medios de comunicación y decido, junto con mi equipo, seguir haciéndolos como un segmento digital. Lo llamamos “Las aventuras de mi silla y yo”. Esto le demostró al alcalde José Isabel Blandón, a otros políticos y a muchas personas de los medios que nuestra ciudad no estaba preparada para un turista, para un peatón.

¿Te sientes satisfecho con lo que lograste?

Falta más, pero, ¿adivina de quién? Falta conciencia ciudadana. El gobierno nacional esta haciendo su trabajo en su medida, pero no podemos estacionarnos en las aceras, no podemos obstruir una rampa o quejarnos porque la calle está trancada si sabemos que se está haciendo una revitalización. Nosotros como ciudadanos tenemos que aportar nuestro granito de arena en todo este asunto.

¿Qué lugares de la ciudad sueles recorrer?

Multiplaza. En mi vida se me ocurre ir a Casco Viejo una noche a rumbear. Voy a los lugares donde sé que puedo ir. El que me conoce sabe ya los puntos estratégicos a los que debo ir y si no conozco el lugar va mi mamá o uno de mis asistentes para ver cómo es el sitio.

¿El entorno y la ciudad es la que te hace una persona con discapacidad?

Sí, porque si la ciudad no tiene ese tipo de inconvenientes urbanísticos de infraestructura, yo pudiera transitar libremente. Falta mucho. Yo decidí hablarle a la discapacidad y decirle: “Tú y yo hemos firmado un contrato matrimonial de por vida, vamos a salir adelante juntos”. Mi discapacidad ha sido mi mejor amiga, mi aliada. Tuve que encontrar mis habilidades para no quedarme deprimido en una cama. Utilicé el poder de la imaginación para hacer volar a mi mente y no dejar que se estancara en el “pobrecito yo”. Soy un ser pensante, quiero ganarme el pan de cada día y lo hago, es algo que me enorgullece.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Una ciudad en la que no tengamos que depender de los vehículos sino que sea caminable al menos en un 80 %. Que yo pueda utilizar el Metro sin pensar que cuando me baje me tengo que tirar a la calle porque no hay aceras o porque un conductor irresponsable las usa como estacionamiento. Una ciudad amigable para todos los peatones sin importar su condición.