Ícono del fútbol nacional

Jorge Dely Valdés

Autor: Luis Burón Barahona
Foto: José Yau

Cuando todavía ser futbolista no era algo popular en Panamá, la familia Dely Valdés se convirtió en el comienzo del camino por el que hoy transitamos. Tres hermanos colonenses fueron el estandarte del fútbol panameño en el exterior, además de un peligro para los rivales a nivel de selección. Uno de ellos, Jorge, dio la vuelta al mundo: Argentina, Chile, Japón, Estados Unidos, Uruguay. Sus aprendizajes hoy los entrega a las siguientes generaciones como director técnico de la selección nacional sub 20.

¿Cómo era ser futbolista hace 20 años?

Era muy difícil. Yo comencé a finales de la década de 1980, cuando en Panamá el fútbol era visto con unos ojos muy diferentes. Era más complicado para surgir, para emigrar a otro país. Armando – mi hermano mayor- había salido unos años antes a Argentina y casi todos ignoraban que era panameño, pensaban que era brasileño. Cuando Julio – mi gemelo- se fue al Nacional de Montevideo, le decían el panameño, porque era el único al que conocían. Fue mucho trabajo y sacrificio para poder jugar en todos los lugares en los que estuvimos.

¿Cuándo decidiste que serías futbolista?

Cuando Armando se fue, en 1982, me dije que seguiría sus pasos. Yo hasta 1985, por ejemplo, fui selección juvenil de Colón. Practicábamos béisbol, atletismo, fútbol. De todo. Pero ver a Armando campeón de la Libertadores, y luego jugar la Intercontinental en Japón, me hizo irme por el fútbol.

Los tres hermanos eran atacantes. ¿Cómo fue esa dinámica cuando estaban jóvenes?

Fueron posiciones naturales. Tuvimos un director, Luis Hurtado, que nos ayudó muchísimo en nuestros primeros años. Recuerdo que un día me dijo a mí y a Julio que para poder ser delanteros centros teníamos que ser más altos, así que desde ese día combinamos los entrenamientos con aros de de baloncesto.

¿Cómo es el fútbol panameño?

Tenemos una mezcla de todo. Rápidos, buenos técnicamente, buena contextura física. Por nuestro fútbol han pasado muchas influencias de directores y jugadores, y eso nos ha ayudado a mejorar muchísimo, aún sin tener un fútbol profesional. Han emigrado muchos jugadores también, lo que nos ha permitido mejorar. Antes teníamos buenos jugadores a nivel individual, pero como no iban a otros lugares, como equipo no teníamos esa cultura del fútbol profesional, de ser más completos en la cancha.

¿Cómo influyó en los jóvenes futbolistas panameños ver a su selección en un Mundial?

Desde los más pequeños hasta los juveniles, incluso a los de la Liga Panameña de Fútbol, a todos los que estamos involucrados en el fútbol panameño nos ha influenciado. Nos ayuda a creer que es posible hacer cosas importantes en nuestro fútbol. Haber jugado el Mundial es una gran oportunidad de crecimiento. Esos pequeños que vieron a Román Torres o a Felipe Baloy cantar el himno en esa cita, van a querer hacerlo después. Lo más difícil viene ahora, que es mantenernos en ese nivel.

¿Cómo es la ciudad de Panamá de tus sueños?

Esta es una ciudad de oportunidades. Es un lugar de gente alegre. Pero hay cosas que debemos de mejorar: vivimos un momento de poca tolerancia, gente que se enoja y se golpean, se disparan. Creo que eso lo debemos de cambiar. Que haya más tranquilidad entre nosotros mismos.