Amante del idioma, maestro de periodistas
Rafael Candanedo
Autor: Jose María Torrijos Legazpi
Foto: Javier Sucre
Filólogo, miembro de la Academia Panameña de la Lengua y expresidente de la Sociedad Bolivariana de Panamá. Como corresponsal extranjero, vivió la etapa final de la dictadura militar de Panamá. Catedrático y siempre docente. Su nombre es un referente ineludible en temas de humanidades y ciencias sociales, sinónimo de sabiduría y experiencia. A través de las distintas organizaciones a las que pertenece, y de los grupos que forma mediante servicios de mensajería y redes sociales, Candana, como lo llaman sus amigos y conocidos, ejerce un liderazgo cívico, desinteresado e impulsor de una sociedad más justa y pensante.
Si tuviera que describirle la ciudad a alguien que nunca la ha visitado y solo pudiera usar cinco palabras, ¿cuáles serían?
Cosmopolita, dinámica, bullanguera, interoceánica y desigual.
Si alguien quisiera conocer la ciudad de Panamá a través de sus letras, ¿qué lecturas le recomendaría?
Estación de navegante, de Dimas Lidio Pitty; La isla mágica, de Rogelio Sinán; Loma ardiente y vestida de sol, de Rafael Pernett; Patria de mis amores, de Gaspar Hernández; Aquí nací y moriré, de Orestes Nieto; Cuartos, de Demetrio Herrera Sevillano; e Incidente de Cumbia, de Demetrio Korsi.
Cuando llegó por primera vez a la ciudad de Panamá, ¿qué fue lo que más le llamó la atención?
La alambrada que dividía los barrios de El Chorrillo y Santana con la antigua Zona del Canal. Dos mundos distintos y distantes. Dos mundos opuestos hasta en el modo de caminar. El embrollo era mayor a aquel que un forastero hubiera escuchado. Ya habían transcurrido más de 10 años del 9 de Enero de 1964 y era de espanto la realidad de esos dos mundos contrapuestos.
¿Cuánto ha cambiado la ciudad de Panamá desde la época en la que usted era corresponsal?
Su crecimiento ha sido exponencial. En mejora de la calidad de vida, en edificaciones, en infraestructura, en construc-ciones. Se ha incrementado el acceso a la educación. Se han multiplicado, a la par, las necesidades y el sistema público ha sufrido un franco deterioro. La ciudad tenía un espacio desde el Puente de las Américas hasta Tocumen, sin embargo se ha ampliado por el Norte, hasta Colón; al Este, hasta Chepo; y por el Occidente, en dirección a Capira.
¿Podemos juzgar a la ciudad de Panamá por su periodismo? ¿Podemos juzgar al periodismo por cómo es la ciudad de Panamá?
Son dos perspectivas que transitan por canales diferentes. El mejor periodismo es el nacional, que se ha desarrollado en los últimos 30 años, atrasado, después del apagón democrático de 1968. No puede hablarse de un periodismo de la ciudad, cuyo relato cotidiano es solo a retazos. La noción de República se traga cualquier empeño por la crónica capitalina y los intentos en esa dirección han fracasado. La ciudad de Panamá es valorable por su dinamismo, como sus indicadores internacionales en la construcción, en la logística, en el transporte marítimo, por concentrar, en linderos tan pequeños, tantas expresiones de vida, de Europa, África, Asia, Norteamérica y Suramérica. Lo bueno del periodismo se lo debemos a ese dinamismo y carácter cosmopolita. El solo pensar cómo nacieron los diarios La Estrella de Panamá, en medio del furor del oro en California, y El Panamá América, en pleno auge del Canal.
Ha tenido la oportunidad de viajar y vivir en el exterior, ¿hay algo que haga única a la ciudad de Panamá?
La posición geográfica determina el devenir de la ciudad, abrazada por un océano y a menos de una hora envuelta en otro. Su condición cosmopolita. En un espacio de menos de cinco kilómetros se encuentra comida de cuatro continentes (a excepción de Oceanía). Y los principales servicios religiosos. Hay una bondad y hospitalidad propias en los panameños. Si no fuera por el 0,5 % de corruptos y la demoledora desigualdad, habría que tomar como bueno el decir del papa Francisco de que se trata de un pueblo noble.
¿Cómo es la Panamá que sueña?
Sin impunidad; sin que los corruptos sientan que le disparan a la escopeta; venciendo la desigualdad, la miseria y la desnutrición infantil, amarrándoles las manos a los especuladores, acumuladores y malandros. Sueño con un sistema de justicia digno y con la igualdad de oportunidades para cada ciudadano.