Sensibilidad y conocimiento al servicio de la sociedad

Leonor Calderón

Autor: Mónica Guardia
Foto: Gustavo Ledezma

Graduada de Relaciones Internacionales en la Universidad Autonóma de México. En 2004 fue elegida “Mujer estrella del año”, por Fundamujer. Fue directora de Política Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores (1989) y coordinadora del Despacho de la Primera Dama (1994-1997). Participó en el diseño del Ministerio de la Juventud, la Mujer, la Niñez y la Familia y fue la primera titular de este ministerio (1997-1999). Apoyó los procesos de elaboración y aprobación de la Ley de Igualdad de Oportunidades, Ley de Responsabilidad Penal para Adolescentes y la Ley de Igualdad de Oportunidades para Personas con Discapacidad.

¿Qué disfrutas más de la ciudad de Panamá?

La cercanía del Parque Metropolitano. Solo saber que esa, casi jungla, es parte de la ciudad, es simplemente mágico. Desde mi patio puedo ver tucanes, ñeques y, de vez en cuando, un mono perezoso despistado que se acerca… lujos impagables.

¿Qué dinámica social ves como muy particular de la ciudad de Panamá?

En Panamá las relaciones tienden a ser horizontales; conversas con el policía de tránsito, con el taxista, con la billetera. La gente todavía se comunica con bastante naturalidad, aunque es algo que se está perdiendo, porque la ciudad se ha ido sectorizando por grupos económicos. El dinero nos está “clasificando”, nunca mejor dicho. Esa tendencia nos está alejando, dividiendo. Antes todos formábamos parte de un núcleo, teníamos un sentido de pertenencia a ese todo, que ya no lo es más.

¿Crees que las mujeres panameñas se relacionan con el mundo de alguna forma particular?

La mujer panameña es una mujer empoderada, no siempre de la mejor manera, pero, en todo caso, es siempre mejor que no serlo. Un ejemplo: cuando viví en Guatemala, buscar a una señora que me ayudara a hacer los oficios domésticos resultó una experiencia sociológica: las mujeres que entrevisté no me miraban a la cara y aceptaban todas las condiciones. Aquí, la experiencia es diferente: “Yo no plancho”; “yo entro a tal hora porque vivo lejos”, te dicen. Lo prefiero así, porque implica que las mujeres conocen sus derechos, al menos los laborales. La mujer panameña es desinhibida, frontal. Lo triste es que se nos ha acostumbrado a que el físico es determinante, lo que ha llevado a la proliferación de reinados, que en algunos casos, sobre todo los de escuelas públicas, comprometen la economía familiar y distorsionan los valores. Como algo positivo te diría que cada vez más mujeres educadas están haciendo una diferencia.

¿Qué piensas de los procesos de gentrificación que se están dando en el Casco Viejo y Santa Ana?

El Casco Viejo está muy lindo, pero ya no es lo que era. Los precios no están al alcance de la mayoría. Se ha convertido en un hermoso lugar, excluyente y exclusivo. ¿Ocurrirá lo mismo con Santa Ana? Ojalá que no. Sería triste que ese parque, testigo de tantas luchas populares, fuese testigo de su desnaturalización.

¿Cómo es la Panamá que sueñas?

Los panameños necesitamos conocer nuestra historia, encontrar nuestra identidad. Hemos sido un país de memoria corta y cuando no recordamos lo que verdaderamente ocurrió, otros lo cuentan como quieren. Por eso creo que haría falta un monumento grande, visible, significativo, a los mártires de enero. Sin ellos, no hubiéramos avanzado hasta donde estamos. Ello permitiría que las nuevas generaciones, por fuerza, se enterasen de ese evento.