Amigo de los migrantes y refugiados
Jorge Ayala
Autor: David Alejandro Chacón
Foto: Luis Cantillo
Desde 2013 está al frente del Centro de Acompañamiento Integral a Refugiados y Migrantes del Hogar Luisa, organización que pertenece a la Pastoral de Movilidad Humana dentro de la Iglesia católica panameña. Ayala no se considera un servidor social, se ve más bien como un compañero de todos los extranjeros que por una u otra razón han tocado la puerta de la sede ubicada en el corregimiento de Parque Lefevre. Su labor, junto a un reducido pero preparado grupo de trabajo, es hacer sentir como en casa a todo aquel foráneo que necesite orientación y un lugar temporal para vivir. Este panameño es un apasionado de su trabajo y día a día, desde su puesto, lucha por una ciudad más incluyente.
¿Cuál es objetivo del Hogar Luisa y por qué su nombre?
Trabajamos con personas en situación de movilidad, específicamente con migrantes y refugiados y de manera indirecta con víctimas de trata, y digo indirec¬ta porque como no tenemos la capacidad en el centro para estas personas, lo que trabajamos es en la sensibilización y la información en cuanto al tema para que los individuos no caigan en este flagelo.
Su nombre se debe a que era la casa de Luisa McGrath, madre de monseñor Marcos G. McGrath, arzobispo emérito de la arquidiócesis de Panamá.
¿Cómo ayudan a los migrantes y refugiados?
Con orientación social, orientación psicológica, asistencia jurídica y humanitaria, independientemente de que se queden en el hogar o no. Tenemos un hospedaje máximo de 35 personas a quienes se les brinda una estadía principal de 15 días. En ese tiempo, el beneficiado debe demostrar que se encuentra haciendo las gestiones para conseguir un trabajo y un lugar donde vivir.
¿Funcionan como un asilo?
No. La idea no es tener aquí gente para siempre, el objetivo es que sea un sitio donde la persona recupere la fuerza, la energía, incluso hasta la confianza y salga a buscar las oportunidades que en teoría vino a buscar al país.
¿la ciudad de Panamá es abierta a los migrantes?
El panameño es solidario, siempre y cuando haya una relación cara a cara. Si conocen bien a la persona, no influye que sea extranjero, el problema llega con la caracterización de la población. Al que conocen lo tratan bien, al resto que se vayan a su casa.
¿Le ha favorecido a la ciudad la llegada de extranjeros?
Claro que sí. Imagínate la experiencia de las personas que vienen de todo el mundo que aportan al tema cultural, de la ciencia, entre otras ramas. Estoy convencido de que Panamá es lo que es, producto de la historia de todas las personas que han pasado por aquí. No me imagino un país sin esa diversidad cultural. Siempre hablamos de una ciudad cosmopo¬lita y esa es nuestra esencia.
¿Cómo es la Panama que sueña?
Una ciudad que sea incluyente, en la que todos y todas, no importa de dónde vengamos, podamos encontrar las condiciones para tener una vida digna de seres humanos.